jueves, septiembre 28, 2006

Valores y valorados

Reconozco (no sin cierto reparo) que en ocasiones muy esporádicas veo los programas de televisión que ni conozco ni entiendo para hacer sondeos entre las personas a hurtadillas.
También me veo obligado a decir que son numerosas las ocasiones en que desisto sin sacar nada en claro. No obstante, en una ínfima parte de ellas sí que no puedo hacer caso omiso a las consideraciones a las que llego, dando total fiabilidad a ellas aún a pesar de la escasa eficacia del método.
La cuestión se centra en l@s jóvenes adolescentes y las motivaciones de hoy día. Y la conclusión con la que espero no defraudarles, es que sus sentimientos están deviniendo a homogeneizarse y mecanizarse. (No, si Valle-Inclán no andaba tan errado cuando el esperpento llegó a nosotros.) Grotesco, realmente, y unas almas formando ese cerebro tan (permítanme la licencia) estereotipado por los ramalazos de las modas seguramente no sentirán placer por casi nada propio de ellas. No se abrumen (aún), por favor, cuando analicemos la situación, ¡echen a volar!
La escena (al menos como yo la entendí atisbándola de vez en cuando mientras resolvía problemas de estadística) de una serie cuya acción transcurre en un colegio de pago de niños bien era como sigue:
En clase de EPV (plástica en mis tiempos), la profesora (estereotipo de profesora amable pero ingenua) plantea al comienzo de la clase cambiar los útiles comunes de pintura por cáscaras de naranja desechadas para enseñar que existen tantas técnicas en el arte como planteamientos originales que uno tenga y, además, inculcarles valores ecológicos y cívicos sobre la reutilización de los recursos. Era de esperar la sorpresa de los chavales, pero no hasta un punto jocoso, y ni mucho la reacción debiera ser arrojarse unos a otros pinturas y cáscaras y harina (es un misterio saber de dónde apareció, a quizá hubo algo que me perdí).
Total: que con todo el barullo que se armó en segundos, mejor salir pitando a buscar a otra persona que impusiera más respeto como, por ejemplo, el director cascarrabias (arquetipo fantasma para mí). Y la pregunta retórica de la entrada: ¿por qué frente a un director irritado no luchan individualmente por su integridad como lo hicieron frente a la profesora ingenua?
Y lo que es más desconcertante (al programa de fenómenos paranormales llevaremos el caso), ¿por qué cuando el director pide la responsabilidad a la niña-liberal-que-siempre-está-en-todos-los-fregados (la promotora del motín) ésta se acobarda, y sale a cubrir su culpa otra compañera?
¿Será que en un mundo de pupitres las almas carentes de placer solo se calmen con amistad incondicional? ¿Será que la educación ha dejado de ser atractiva en el entorno? ¿Será que para apoyarse en un hombro hay primero que caer de bruces y dolerse? ¿Será que entienden el compañerismo como un acto de rebeldía contra la ética que la sociedad tiene más o menos tomada? ¿O podría ser, acaso, que construyeran sus proposiciones morales a través de lo que la sociedad capitalista les imprime? ¿Será que la única abstracción que pueden llegar a manipular es el amor? ¿O tal vez que entienden la vida como una lucha incesante contra todo (sí, el viejo cuento del eterno inconformista)? ¿Será la pubertad?
Decidid por vosotros mismos, pero lo que está absolutamente claro es que una juventud con preocupaciones o materiales o amorosas no controladas a su propio albedrío (no, lo que es peor: se someten –paradójicamente– con su rebeldía contra los valores antiguos tal y como el capitalismo les transmite silenciosamente) solo nos llevan a la batalla psicológica más importante entre dos mundo hermanos: jóvenes (o similares) y adultos; que más que complementarse se solapan, pero ¿hasta qué punto?
Si la historia sirve (entre otras cosas) para aprender de los errores, la sabiduría de los cuentos y el resto de la literatura parece que no (ya hablaremos del caballo de Troya moderno).
En definitiva, son gente manipulada para cambiar el mundo, ellos forman la base poblacional de occidente para mañana, si la situación no cambia, el planeta olvidará los más exquisitos manjares para la mente.
Las izquierdas políticas se fortalecen buscando nuevas soluciones a problemas ya solucionados: ya no existirán guerras, ya no necesitaremos cárceles ni iglesias, ya no pleitearemos con el prójimo, la justicia se hará in situ bajo el criterio de zombis zumbados,…; el mundo será maravilloso entonces, pues parece que si suprimimos los valores que imperan alguien con mucho poder se beneficiará, y éste no será –curiosamente– el que debería hacerlo: el pueblo; y cuando todos me reconozcan muerto tendrán el síndrome de cualquier-tiempo-pasado-siempre-fue-mejor y los que detestan a Platón y Sócrates por utópicos caerán en la cuenta de que de utopías también se vive, y de arquetipos en que convertimos el pasado desde el futuro teorizando esto primero será santo de nuestra no-vivida nostalgia.

Y por si fuera poco, el deterioro de la religión como parte de la integridad personal que está llevando a cabo la juventud actual hace fomenta nuevas paradojas en mi fausta materia gris. Y lo que más me duele es que la ciencia está siendo utilizada para explicar lo metafísico y que no hay mejor ciego que el que no quiere ver, y que no hay mejor iluso que el que basa su fin en métodos incongruentes.
Apoyo a la ciencia (me refiero a las ciencias que estudian la naturaleza, las que frivolizan al hombre son parte de la mente envenenadora de la sociedad) como mejor forma de conocimiento, pero no como la mejor manera de salvación moral. ¿Acaso me tranquiliza saber que existen síntomas crónicos como el de la elefantiasis? ¿Acaso alguna divinidad puede interceder en ello en cuanto piensa si no en cuanto forma parte de nosotros y, en general, de todo el sistema?
Si Lavoiser ya dijo que la religión hacía más dóciles a las personas, ¿por qué la juventud sin rumbo espiritual tiene comportamientos tan similares? ¿Será que acaba de nacer una nueva religión que oculta bajo el nombre de ciencia se llama sociedad del consumo?
Alguien está moviendo los hilos que nos evocan a tiempos de lucha por los principios, ahora solo hay ideas y gritos en los botellones y he rescatado a Einstein para que se refugie en mi búnker, pues probablemente solo existan dos cosas infinitas que son, a saber, el Universo y la estupidez humana, y ya son muchos los astrónomos que han suprimido la relación del primer elemento con lo infinito.
No me gustaría acabar triste estas palabras, hablar del presente como materialización del futuro debería ser un regocijo, pero en un sistema tan perfecto como es el planeta tierra, la opulencia de unos no es gratuita para el resto, y quizá cuando ésta se canse de nosotros y estornude, ya será demasiado tarde, y la historia de una especie será la historia de una decepción.
Por favor, si soy lo suficientemente inteligentes como para ser egoístas, no os torturéis.

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