domingo, noviembre 04, 2007

Volver a empezar

Siento. Vivo. Contemplo. Me estremezco. Recuerdo. Suspiro. Decido. Prosigo.
Nunca digas «he perdido el tiempo» porque no posees el tiempo, el tiempo solo es el escenario donde se representa esta ópera. No le reproches nada al tiempo porque nunca se paró a pensar en ti.
Desde que abandoné la montaña he vivido mil penurias: nada ha cambiado, seguimos siendo unos zombis zumbados. Año y medio después de abandonarme a la suerte con que la sociedad me introduce en ardores fríos, decidí volver a la encina. La encina de Nietzsche, quien en otra época fue virtud entre los hombres y que ahora es una proclamada mente que se pasea por cada rincón del planeta jactándose de que nunca le tomaremos en serio.
Cada día que pasaba lo recordaba más, aunque durante mi escalada desestimé la ayuda de su pico, por eso estoy recostado a la sombra del robusto árbol, acurrucado en lo ulterior de los sentimientos.
Y fue entonces cuando Dante alargó su brazo y me saludó:“Yo que rastree cielos e infiernos en busca de mi amada, te hallo aquí, gozando del olor de la hierba que con las manos pellizcas.”
“¡Qué tal! ¿Cómo va todo?”, exclamé.
“Como siempre. Hace tiempo que me estoy gangrenando por dentro”, señaló abarcandose las tripas.
“Bueno, todos esperamos que regresen nuevos tiempos para oradores, solo es cuestión de esperar”, dije con cierto tono de excepticismo.
“Je, je”.
“No, en serio”, alcé mis párpados para apelar su atención.
“Tienes razón, por eso me dirijo a ti. Tú que a veces te vistes con túnicas y alzando los brazos y la voz insuflando un poco de congruencia”, colocó su mano en mi hombro.
“No hay púlpito lo suficientemente alto para que tus consejos sean escuchados por todo aquel que los necesita”, adulé con cierta cursilería.
“Esos halagos solo conducen hacia amargas interpretaciones”.
“¿Por qué no te sientas? Aquí tumbado uno llega casi a la paradoja entre el conocimiento y la consciencia”, parpedeé lentamente.
“Me encantaría, pero he venido ha mostrarte un camino.”
“¿De qué me hablas?”
“Sí. Hay un amigo que abandonaste, el mismo que ahora te está avisando.”
“¿Dubois?”
“No exactamente. Dubois no es amigo tuyo, sino una forma de vivir, ¿recuerdas?”
“Entonces... ahora no caigo”
“Piénsalo luego más tarde. ¿Vuelves a discurrir?”

domingo, agosto 26, 2007

Un mes de estadísticas

Entre las novedades en cuanto a diseño que he realizado en este blog, una ha sido la de poner un contador de visitas. Ya véis que tras una semana el contador a penas si ha llegado a unas pocas
decenas; no obstante la web que ofrece este servicio además me proporciona información sobre desde dónde llega la gente a esta blog. Y una cosa que me ha resultado muy curiosa (y bastante) es las fórmulas que utilizan estas personas en Google para parar aquí. A continuación, una lista con todas las que se han producido hasta la fecha:

criticas acerca de la vida
versos acerca de la vida
tulpas
PORQUE MENTIR
por no mentir
movimientos azarosos
mentir
Hay veces que me pregunto cual es la locura que nos hace vivir este sueño
ENSAYO ACERCA DE LA VIDA Y EL ALMA
ENSAYO ACERCA de la vida y el alma
contar semicorcheas
ANECDOTAS DE PERSONAS QUE UTILIZARON SU INSTINTO PARA SALVAR VIDAS
discursiones
lo debi pensar antes
que es aquello que tiene vida
solucion para las alucinaciones
cuales son los movimientos azarosos
discursiones

lo debi pensar antes
mentir acerca de los demas
porque no mentir
que es aquello que tiene vida
solucion para las alucinaciones
movimientos azarosos
canciones acerca de la vida
ensayo vivir en un sueño
ensayo acerca de la vida
escrito *en el desierto no hay semaforo*
gemulación
Por qué está mal mentir?
porque los huesos son duros y rigidos
porque es importante un huerto para el homnre
organos de la risa
frases de empeño acerca de la vida
ejemplos de hechos al azar
desvirgando
compendio de la estupidez humana
acerca del campo de antes
abra vida en el infinito
SOS estudiantes andalucía
partitura y corcheas
PORQUE mentir con estadistica
acerca de la vida del mar con dibujo
FRASES ACERCA DE "YO"
FRASES ACERCA DE LA VIDA
frases acerca del minimalismo
frases que hablan acerca de la vida en sociedad
la musica es la gimnasia del alma
mi lugar facorita
notas musicales de la banda de lechuga de teclado
porque mentir
Etimologicamente Vida
ensayo acerca del espiritu de servicio
alucinaciones y el cerebro
COMO EYACULAR
como mentir con estadisticas
como realizaba el cultivo el hombre
desvirgando gratis
efecto encadenado
ejemplos de hechos de azar
ejercicios mentales para soñar
sucesos de azar hecho seguro
dibujo del pentagrama de la corchea
porque mentir
ACERCA DE 3 FRASES DE LOS QUE MADRUGA
cuantas fusas hay en dos redondas la tuba
fusas hay en dos redondas de la tuba
ordenar iconos kiba dock

Mi facorita es "Hay veces que me pregunto cual es la locura que nos hace vivir este sueño", ¿y la vuestra?

jueves, agosto 16, 2007

¿Hasta dónde se lava la cara un calvo?

Por fin tenemos los resultados de la encuesta donde se resuelve esta gran duda que aún hoy sigue enigmando al hombre. Dichos resultados son los siguientes:

-- Hasta las cejas: 28%
-- Hasta el cogote: 14%
-- Hasta que se cansan: 42%
(su cara es infinita)
-- Los calvos no tienen cara: 14%

Por tanto, la opción más votada es que los calvos se lavan la cara hasta que se cansan, ya que su cara es infinita. Al igual que otras cosas de la vida, tales como el cuento de la haba que nunca se acaba, entonces un calvo nunca puede tener toda la cara igual de limpia, y por ello habrá zonas más limpias que otras (las sucias). En síntesis: los calvos nunca tiene la cara limpia.
No obstante, me gustaría preguntarle a los que marcaron la primera opción si lo hicieron porque era la primera y no tenían ganas de leer las escasas 27 palabras de la encuesta o, en cambio, porque realmente ell@s se lavan la cara hasta las cejas o son calv@s.

Gracias a todos por participar. Pronto podréis votar en la siguiente encuesta.

lunes, agosto 13, 2007

Nuevo favicon

Este blog cuenta con un nuevo favicon, el cual a sido realizado con el Gimp. Aquí lo tenéis:


Representa las dos letras iniciales de los dos sustantivos que conforman el título de este blog, o sea, discursiones y vida. Dos letras que son senderos que se cruzan y que a su vez forman senderos muy intrincados y sinuosos. Y más o menos discurrir significa eso, caminar, vagar por los caminos, acompañados por la vida (simbolizada por el amarillo, como decía Kandinsky). que abarca todo nuestro andar.
Cuando los servidores de fileden.com quieran, sustituiré el favicon antiguo (el de Camarón) por este.

viernes, agosto 03, 2007

Unos aforismos para empezar, nunca vienen mal

Un papel en blanco: no hay letras si no hay nadie que las lea, no hay sentimientos si no hay nadie que lo sienta. (En uno de mis legajos)

La felicidad no es un camino, sino una forma de andar. (Despedida de Alvarito en el Paseíllo)

Y sobre la escalera un enano calza zancas rojas para poder alcanzar un poco de intimidad. (Conversación con Show)

miércoles, agosto 01, 2007

Aquello que debí contar antes de la primera narración en que se contaba lo acaecido en la banda con la corchea


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A Rafa Palote y Nazaret, culpables por distintos motivos, aunque necesarios.

Con objeto de la gran aceptación que tuvo el relato sobre la corchea que desarropa a cualquier mente del cobijo de su coherencia, me he visto obligado a advertir a todo aquel que disfrutó de aquella; ya que, tras su apariencia inofensiva, se esconde una intención más bien oscura de la cual nadie escapa. Quizá piense que esto es una soberana necedad, que más que escritor soy cuentista, pero existen muchas evidencias que revelan que nuestra figura tiene más presencia en nuestra vida de la que debería tener por azar, por lo que hay fuerzas que hacen esto posible al desbaratar el equilibrio.
Y para empezar el recorrido, no salgo del sistema operativo que estoy utilizando para virar a inteligibles mis ideas. Ahí está abro una capeta con llena de mp3's y cada archivo aparece representado por dos corcheas unidas por un palito. Intento cambiar la extensión, pero no puedo engañar a Ubuntu; parece que estos archivos tienen ya un destino predeterminado... ¡para siempre! Mas cuando desisto en mi pretensión de eliminar esas sonrisas volteadas, regias y de amplios carrillos; no logro completar la maniobra del doble clic, pues al situar el puntero sobre el icono aparece (¡otra vez no!) un gracioso bocadillo que no es tal porque en su interior a parece una corchea que me sonríe a modo de guadaña (y con el miedo que dan estos artilugios). Hay ejemplos en el resto de plataformas, pero por ser estas irrelevantes, no los voy a mencionar.
Citando casos que corren por otros cauces, no se me puede relajar la memoria (¡pobre de mí si mis principios no son mis paradigmas!) cuando tengo que discursear sobre el mejor movimiento de la obra más gloriosa que por su autor está firmada, que no es otra cosa sino el Musette del Quatuor pour quatre clarinettes de Pierre-Max Dubois. Y yo pregunto: ¿alguien acertaría a decir por qué su melodía principal está formada por tantas corcheas y por qué razón está acompañada de una armonía de corcheas y sus silencios si no fuera porque hay intereses ocultos en todo esto?
No creo en lo aleatorio si entre mis orejas retumba una evidencia en contra, pero quizá en las vuestras ni el más notable de los compositores ni el más loable entre los sistemas operativos os hayan conducido hacia comprender la verdad. Por esto he escogido otro hecho igual de clarificador sobre el cual ya he dado alguna pista. Ciertamente, son muchos los objetos que tienen forma de notas musicales: un balón es a una redonda, lo que un cazo a una negra (aunque no quiero ni pensar qué sería si tuviera un garfio de asa); y para los extravagantes la cuadrada se asemeja muy mucho a la ventana de mi habitación. Pero qué tendrá una corchea --palabra que proviene del francés crochet (ganchillo) en honor a su plica o rabillo-- que es látigo para domar, arco parar flechar (con diversas intenciones), hoz para el labrador, hamaca para dormitar, pluma de hornos exuberantes para dibujar estos libres versos...
No obstante, la corchea no está sola, le acompaña un séquito de figuras de aspecto similar cuyo rango jerárquico se representa (como si de un ejército se tratase) por el número de plicas que las componen; dos, tres o cuatro para formar semicorcheas, fusas y semifusas, respectivamente. Parece extraño, pero me da la impresión de que esta familia ha sido curtida y perfeccionada por selección natural y entre sus componentes hay una organización social muy fuerte ¿con qué propósitos? Esto sobrepasa mis posibilidades como ilustrador, pues tengo miedo de que alguna de estas notas esté ahora mismo conspirando contra mí por estar descifrando esta certeza.

No más quiero pensar cómo vuestras mentes repudian y detestan esta mi teoría --quizá por infantil y fantasiosa--, es cierto, pero ¿no podría ser posible que estuvieran también sugestionadas por un poder implacable e invisible? A pesar de todo esto tampoco lo justifica porque, del mismo modo que os ocurriría a ustedes, me debería de ocurrir a mí; porque aún tengo tanto seso como ustedes y nuestra naturaleza nos impide (por el momento) estar hechos de otra cosa que no sean células que forman tejidos que forman órganos. Es decir, si posibilidad de que yo sea una corchea está (por el momento) repudiada, ¡cómo diantres he podido llegar a caer en la cuenta de que todo este montaje es posible y está ocurriendo! Pues de la forma ¿más inesperada?, sí del sueño, pues es durante el sueño cuando los sentidos se ofuscan y solo nos queda la mente sin más ornamento que el de la experiencia.
Ocurrióme que durante la noche, todo discurría plácidamente hasta que de repente una silueta se deshizo de las personas que a la luz de la Luna debían en esa ocasión terminar con mi vida. Se apoyaba en un pie que era a la vez cabeza, como cabeza tenía un pie puntiagudo del que colgaba un grueso pelo largo y rígido atado --por algo similar al hilo invisible-- a su cintura ultrafina. Botaba y rebotaba como pelota de goma (o icono de la Kiba-dock) por los seis planos, decorados en damero que se deformaban a su paso y que me encerraban, describiendo así caprichosas trayectorias como si se hubiera escapado del mundo que se evoca en el Musette. Izquierda arriba, abajo centro, aplasta cadáveres, detrás abajo-arriba, se para, me mira, ahora, entonces, quizá, más tarde, me miente, disimula...; y mientras tanto, yo también me mareaba no por sus movimientos errantes, sino por sus risas maquiavélicas que reberveraban por doquier en ese estrecho cubículo. Para mayor desdicha en ocasiones pasaba desapercibida por entre los cuadros claros y oscuros del escenario para aparecer junto a mí de un color amarillo chillón que luego era morado para virar a un naranja acanelado que sin más se hacía del color de muchas llamas grises... Mas en cada vez que tocaba una de las paredes, se producían sonidos de diversa índole que todos juntos formaban algo parecido a un ruido: agudo como a violín descacharrado, grave a tuba empapada, destrozacristales almizclados...
Todo ello fue tan contundente que no pude resistirme a desfallecer momentáneamente. Al volver a mí la mirada, la corchea utilizaba mi estómago a modo de cama elástica: saltaba y hacía piruetas cayendo cada vez con más fuerza y perseverancia. Entonces, miré su contorsionable cuerpo y me miró y, como su cabeza --que ahora golpeaba un tórax-- no hacía ademán de cambiar de pauta, para librarme de tal castigo sólo se me ocurrió darle un puntapié en donde pudiera y así hice, con tal desdichada fortuna que fue a tropezar y rebotar contra mi nariz, aprovechando la ocasión para volver a recrearse con otra nueva filigrana; aunque esta vez se quedó quietecita, suspendida en el aire.
Mientras tanto, me levanté y dije intentando liberarme de la pesadez que me administraba y saber muy bien de dónde procedía: ---¿Qué eres? Porque a una corchea te asemejas, y no creo que en la música haya tanta malicia como tú tienes ---respiré hondo y por un breve impasse sus ojos desorbitados y los míos intercambiaron sendas miradas, pasado dicho tiempo comenzó a reír desquiciada y volvió a dañarme con su danza circundante---. Si no respondes tal vez tengas miedo a responder ---dije, aunque no respondió con otra cosa que no fueran saltos y alaridos---.
«Desearía tener una puerta para salir y dejar a este engendro a su aire», pensé dentro de mis pensamientos antes de perder la cordura por unos instantes. Más tarde grité con una sonrisilla en los labios: ---¡Parece que ya no saltas con tanta felicidad! ---y de súbito paró--- ¡Tengo razón, ¿no es así?!
---Puede ---dijo, y volvió a reír y botar.
(Cómo se nota que esto es un sueño, pues de otra forma la probabilidad de que siguiera botando tanto tiempo sin tropezar sería minúscula.)
Cada vez que se acercaba a mí, y me sentía libre del influjo narcotizante del dibujo, intentaba colocarle una zanca para provocar lo imposible, pero a tal osadía me respondía con unos cómicos saltitos rojos como mi cara. Habría, entonces, que seguir utilizando la dialéctica para descubrir qué era lo que verdaderamente escondía; como respuesta a este pensamiento coloqué las manos arqueadas alrededor de la boca y dije sin acertar a pensar qué ocurría: ---Ni tú conoces misma apariencia tuya, algo más hay allá ---dije---. Dime vienes de dónde ---alcé más la voz al constatar que esto no le afectaba visiblemente---. Ruborizando estás te ---fingí (aunque no sabría entenderme); volvióse azul mar por más tiempo del necesario para cambiar---. Detente, sabré escucharte ---esto parece que suena mejor.
Y se paró de súbito en esta ocasión sí que se detuvo un momento y mi sosiego mental medró progresiva y notablemente: ---Tienes mucha razón ---respiró hondo para que su cintura se hinchara levemente---, no es fácil ser una corchea cuando te utilizan para cosas tan atroces como para aquello que muchos llaman “refreguetón”. Nadie nos respeta hoy día. Antes era distinto: antes ocupaba el lugar que me correspondía. Representaba muchas obras clásicas, un poco de jazz, minimalismo, flamenco,... La música es para la intimidad y para ser compartida. Ahora solo retumbamos monótonas, fabricadas por eléctricos instrumentos de tortura sonora destinados a las masas. No me gusta colarme por entre oídos cerrados, una sale impregnada de cera, ¿sabes? No es nada agradable tener que vagar perdida y desconcertada por los movimientos azarosos de otras notas musicales rechinantes.
---No crees que estás siendo muy... irrespetuosa e inconsecuente.
---¡Calla niñato! ¡Acaso sabes tú más sobre la naturaleza de la música que uno de sus componentes! Los sones no sirven para desvirtuar al hombre; los sones salen de unas almas y van a parar a otras (como en el resto de manifestaciones artísticas). De esta forma el que las recibe se enriquece del que las emite.
---Pero qué es el alma, que si no es materia, para qué hablar de ella ---pregunté con un tonillo sabiondo.
---El alma no es una cosa, sino que es una capacidad; por lo queeee... ---y su sonido respingón coloreado de tonos precipitados se perdió para luego regresar, tras un golpear seco de mi brazo...
Unas piruetas después se encaró a mí y me burlé: ---Solo era para comprobar que los conceptos están hechos de materia.
---Bueno ---se pausó para retomar el equilibrio sobre su redondo pedestal--- no es así del todo: la gran mayoría de los conceptos que manejan los seres humanos tienen que soportarse bajo algo sólido y tocante para poder ser entendidos.
---¿Entonces?
---Entonces ---prosiguió molesta--- el alma se apoya principalmente en el cerebro y especialmente en su zona frontal. ¡Y, sí, existe; aunque se arrastren por ahí escolopendras en busca de una fuente sobre la que caer muertas! No se ve, por su puesto, pero acaso uno ve, por ejemplo, la capacidad de caer. No digo la caída, sino la capacidad que tiene uno de caerse, de lo cual solo podemos tener evidencias indirectas: uno tiene más capacidad de caerse si, en vez de sentado, está de pie --ya que su centro de gravedad está más alto y su superficie de equilibrio es menor.
---Mmmm... Esto es un poco... rebuscadillo, ¿no crees?
---Espera que termine ---volvió a colorearse azul mar---. El espíritu es la capacidad que todo ser vivo tiene para responder a determinados estímulos. Y el hombre, porque sus avatares evolutivos lo han llevado hasta aquí, muestra una capacidad de abstracción inusitada en el resto de la naturaleza, lo que le permite abordar la información que recibe de un modo abstracto, y así es cómo se produce el sentimiento.
---Por tanto, la música sería la manifestación sensible del sentimiento.
---Sí, por eso estoy tan confusa hoy día, no porque no se esté creando mucha y buena música, sino porque la que se escucha apela tan poco al conocimiento de uno mismo a través de los demás por su escaso significado que parece de hojalata. De esta manera, la probabilidad de que aparezca siendo partícipe de este acervo de despropósitos es muy alta, de hecho, prácticamente solo sueno de esta forma. Estoy, poco a poco, perdiendo la capacidad de transmitir, pues la música la hacen personas y personas persuadidas y condicionadas por el devenir de los tiempos hacen música muy hipócrita. Estamos perdiendo la esencia de lo crucial, nos estamos volviendo locas. Odi..., quiero decir, respeto, pero no comparto.
---Tienes mucha razón, estoy ya cansado de tanto caco y tanto farsante, ¿qué quieres decir que por eso te has vuelto loca?
---Bueno, sí, pero no la gente no es el desencadenante último. Ha mucho tiempo que todo es tergiversado de manera tremebunda, nada se escapa de los asfixiantes tentáculos de la economía. Este ecosistema ya no es un superorganismo que camina hacia adelante, ahora es una piedra que es arrojada por cinco ó seis mequetrefes a su suerte --- dijo. Paró de hablar como si aquello fuera el punto y final de un gran volumen. Comenzó a saltar con más violencia.
---Entonces, por eso me vuelvo no capaz soy pensamiento ordenar ---volví a ofuscarme---. Pares para quiero con mis ojos quiero.
Perdí la consciencia, hasta el día siguiente, pues aquella corchea vagabunda inundó mi mente de una espesa sensación de imbecilidad e inutilidad, pues un hombre sin cabeza, ni es hombre ni sobrevive; menos mal que solo duró unas horas. Me levanté, aún así un poco atolondrado y resacoso: confundir la sal con el azúcar fue lo menos gracioso que me acaeció, y querer saltar por la ventana para levantar el vuelo, lo más absurdo. No obstante, comprendí mucho sobre otros hechos que pasaron con anterioridad delante mía; que otro día comentaré.

Y tras toda esta insufrible discursión, a uno se le ha olvidado lo que al principio se digo y es incapaz de extraer ninguna conclusión. Pero como es de buen escritor hacer plácida la lectura les diré que conocemos por qué lo que muchos se empeñan en llamar música no es más que un incesante bochorno para el cerebro; que es causa última del empeño que tienen las corcheas desnaturalizadas cual prion para influir al hombre y quedar plasmadas en algo que distinto a la música. Esto es el barullo definitivo.

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Nota al lector: Esta historia no termina aquí, porque puede ser que en tu mente se cuelen más corcheas. Es solo cuestión de tiempo.
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Nota al lector número dos: Esto solo continuará con tu apoyo.

domingo, julio 15, 2007

Anécdota de la corchea sinuosa que aún vaga en el vacío hasta que llegue su momento


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“Sentados en la mesa de una bocatería (ojalá quedara algo similar), las vivencias experimentadas hacen acto de presencia de muy diversas maneras. Aquella noche, minutos antes, la banda…(las polisemias siempre le dejan a uno con incertidumbres que duran milésimas de segundo) …de música, quiero decir, el ensayo de la banda de música fue escenario de un hecho de especial relevancia, que haría desentumecer los más tímidos órganos de la risa (no me tomen por mentiroso si mi prosa no les trasmite lo que ellos sintieron).
Durate el tiempo que era necesario para la confección de los bocatas, una cerveza o un refresco y una conversación eran los únicos alivios posibles para el estómago y la mente. Las risas durante toda aquella velada no dejaron de diluirse en el ambiente, pero como el auge de la intensidad de las carcajadas siempre se producía cuando la mente colectiva de esos más-que-compañeros recogía de la historia la anécdota producida minutos antes, me he tomado la libertad de hacer un breve impasse en el transcurso del relato de los hechos para regocijarme (todo no va a ser permanecer sentado y escribir, a veces los que dibujamos letras necesitamos hacer sacrificios al placer).
Resultó, pues, que hacia el ecuador del ensayo el director de la banda voy oportuno realizar ciertas modificaciones en las partituras de los instrumentos que en cierto pasaje de la obra realizaban las labores armónicas. La base rítmica de negras que sostenía a la melodía debía de ser más punzada y para acentuar este atributo giró su silla hacia la derecha para que los instrumentistas realizaran el cambio en la misma sustituyendo cada negra por una corchea y un silencio de corchea.
Y si la formación de la banda era más o menos en hemiciclo, en la posición más alejada y más a la derecha del director, ahí, estaba el desaliñado y pasmado Rafa…en la inopia (créanme, nunca es fácil apelar cualidades con un solo sintagma, pero en este caso Rafa era el arquetipo de la idea, es decir, si su cara apareciera en el diccionario junto a esta acepción no sería sorprendente –aunque sí jocoso–); con mirada crítica fijada en ninguna parte pensaba sobre no se qué tecnicismos cuando de golpe y porrazo el director giró casi noventa grados hasta mirar ese rostro perdido y embobado y preguntarle si había puesto la corchea, Rafa (más bien su cuello) asintió débilmente sin mediar palabra alguna.
No obstante, nada de esto tendría sentido si no imaginásemos qué ocurrió dentro, en su cabeza, y así fue (nota: la trascripción no es literal, pero la gracia de esto está en la personificación de las neuronas de su cerebro):

«…teniendo en cuenta el algoritmo de Lenny para las trasposiciones quánticas durante la transmisión de impulsos…Corchea, ea…, ea…, ea. ¿Qué ha sido eso? …piezoeléctricos reconducidos por una manifestación…¡Eh! Un momento. Eso no ha sonado a informática. Recuerda eso último. …transmisión de impulsos…Corchea, ea…, ea…, ea. Desde luego, eso no sólo no ha sonado a informática, sino que…–no, por dios–…¡no es informática! (¡Ah! ¡Seguro dental!) Alerta a todas las unidades, necesitamos recontextualizar la memoria. ¿Dónde estaba yo? ¿Corchea? ¿Saxofón? ¿José Pablo (el director)? No será que…¡estoy en el ensayo de la banda! (¡Seguro dental!) Atención buscad una corchea en la partitura. Sí hombre, pa’ eso estoy yo. Eh, no te quejes. Primero que si unos impulsos y no sé qué más, y luego…¡¿que busquemos una corchea?! Andas tú listo si esperas que en centésimas de segundo vamos a reordenar nuestros impulsos nerviosos de manera y modo que busquemos una corchea. Pues algo hay que hacer y ya. Bueno…podríamos acelerar el proceso si…Si qué. Eh, tranquilo, aquí el único que tiene prisa eres tú, nosotras…O hacéis algo ya, o os prometo que esta noche la botella de anís que tengo en la casa…No serás capaz. Sí, y lo que es peor, minimizaré mi metabolismo al máximo, así la eliminación del alcohol será más lenta y progresiva. No, eso nunca. Pues arregladlo ya. Bueno, la solución más inmediata te causaría un pequeño perjuicio durante unos segundos. Y de qué perjuicio estamos hablando. Simplemente una parálisis regional del cerebro: dejaremos de transmitir impulsos nerviosos durante unos segundos excepto en una zona interna del cerebro cerca del hipotálamo que hará las veces de memoria auxiliar, donde, además de la información referida a la situación actual, se establecerán instantáneamente los recuerdos más antiguos. Ahí se pondrán las coordenadas necesarias para retomar la situación y entonces buscaremos la corchea. Un momento, ¿es peligroso? A ver, si no es peligroso para un ordenador, ¿lo es para ti? ¿acaso una máquina te puede sustituir? Es cierto, si no se interrumpen las interconexiones neuronales en esa zona baja del cerebro, no hay ningún peligro. Pues entonces, ¿estás dispuesto? A cualquier cosa, pero rápido, no debemos perder ni una infinitésima más. Entendido, esto te va a doler un poco.»

Y la deliberación y lo planificado tuvieron lugar tal y como discutió Rafa consigo, durante unos instantes su rostro permaneció impasible y dejó de parpadear. Pero lo que él nunca vio fue la cara tan…expresiva que mostró durante esos segundos inexistentes en su memoria, y cuando comenzaron a reiniciarse todos los vínculos electroquímicos entre sus neuronas. De manera armónica sus ojos –aún absortos– comenzaron a deslizarse por entre la partitura buscando una corchea que nunca iba a aparecer. Lo que pensaba sería algo así:

«Mierda, hay algo que falla, pero ya no recuerdo qué. Y lo que es aún peor, no sé por qué estoy buscando una corchea. Será posible. Utilizaré el plan b: mirar lo que hace el de al lado y buscar sus corcheas».

Tras unos instantes mirando compañero y partitura, ninguna corchea encontró y el director dio la señal para continuar el ensayo. Pero ya no sería el mismo hasta que o bien la corchea apareciera o bien se desvelara su fracaso mental.
Mas lo que no averiguó nunca hasta que el ensayo se dio por concluido fue que durante todo este lapso sicótico dos personajillos clarinetistas (en la primera fila de la izquierda) se percataron del conflicto que dentro de Rafa se desató. Fue tal la risa potencial que llegaron a desarrollar y tal la cohibición por no interrumpir el ensayo ni llamar la atención del director (para no complicar la existencia a su compañero focalizador de ira) que la silueta de sus rostros era tal que su mueca gestual pertenecía al más esperpéntico mundo: la risa contenida sería monstruosa si en la oscuridad una luz cenital se escurriera por entre sus ojos, sus labios tensados, sus pómulos…(Y tanto, y quien no crea que la realidad es una grotesca forma de manifestarnos que me lea los labios.)
Y aquí concluye la aventura. Lo único que me queda por ocurrírseme es que durante la noche el grupillo de amigos disfrutó recordando más de una vez esta anécdota y, como cuando recordamos un hecho excesivas veces en un breve espacio de tiempo, deformamos el mismo a nuestro antojo, me tomé la libertad de escribirlo antes de que me produjera agujetas en los abdominales para recordarlo por siempre de la forma menos edulcorada.
Pero el recuerdo más importante que quedó en algunas mentes es el de la desenfrenada y desmesurada jocosidad con que se vivieron aquellos hechos, eso sí es algo que nunca olvidarán.”

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Nota mental: estos conspicuos hechos aquí presentados son reales, cualquier tesitura fantástica, irreal, falsa o ficticia está provocada por un relato repetido de los hechos y por tu tendencia intrínseca a disfrazar la realidad.

domingo, junio 24, 2007

Escepticismos

Texto en pdf/Latex

Habitan cosas en nuestro interior que se nos hacen harto raras si alguien las comenta, y más si aparecen escritas en el lugar que sea.

Eso es lo que aprendió para sí el día que tocaba relevar del armario la ropa de verano. Sintió que en el bolsillo de una camiseta algo se movía inquieto. Miró con cuidado y en su interior se encontraban dos niños jugando con una pelota verde lima. Se sorprendió. Volteó la prenda con mucho mimo sobre la cama y los niños cayeron (pese a que en esta ocasión presentaban un tamaño a escala real) convirtiendo la sábana en un trapo ennegrecido y arrollado por el rodar de sus triciclos. Con naturalidad se marcharon, sin reparar miradas en quien les había sacado de ese lugar tan estrecho.
Decidió tomarse un descaso, ya que quizá la comida le había sentado mal. «Ya nadie puede fiarse ni de lo que come», pensó. Entonces se dirigió hacia la cocina para preparar un vaso de té rooibos. Mientras la leche giraba en el micoroondas, observó cómo la bolsita estaba siendo destrozada por un galán espadachín de aquellos que en otros tiempos salvaban a bellas princesas cautivas. Se agitó estrepitosamente, mientras que en uno de sus manotazos salió este hombre despedido, entre trocitos de la infusión, tan ofendido que le retó a un duelo. Sin embargo, desistió cuando le hizo comprender que ya no eran legítimos esos duelos y que más valiera no salir de esa guisa a la calle, ni que mucho menos se parara a dialogar con una persona de gorro a cuadros claros y oscuros. Así que, como no quería terminar herido, abandonó el edificio.
«Bueno, puede ocurrir dos veces en la misma tarde», discurría mientras paseaba por el parque con la intención de no tocar nada. E inmediatamente los aspersores comenzaron a llover, y entre una de las gotitas diminutas saltaron un mago, un enano y un troll. Todos se abalanzaron sobre él con la intención de robarle su brazalete de esmeraldas (que no era otra cosa que una goma del pelo verde). Uno a base de conjuros, los otros mediante fuerza bruta; como resultado se contusionó levemente, mientras que a los otros tres les fue asestada una profunda herida cerca del corazón con el cuchillo de aleación irrompible que cogió para defenderse del caballero.
Se sintió vencedor de aquel inesperado combate cuando habló entrecortado el mago: —Ja, jah, jaj. Insensato. He aquí un brebaje de los que reparan las entrañas de los sesos a los pies.
Entonces, más sonora repercutió su carcajada: —Hace tiempo que nadie puede beber en un sitio público como éste. Hacedlo y el peso de la ley caerá sobre vuestra mollera.
—No oses mofarte nosotros o lo pagarás con sangre —dijo el troll.
—En este país las cosas están claras: los foráneos (por muy fantásticos e imaginarios que sean) deben de acatar nuestros preceptos. Quizá existan algunas soluciones: podéis alejaros lo suficiente como para no parecer que estáis juntos en este sitio, aunque no creo que estéis para muchos desplazamientos antes de tomar la pócima.
—Esto es una sinrazón —se desconcertó el enano.
—A mí no corresponde legislar, ni definir el ocio ni la bebida. O tal vez en alguna cantina, pues ahí perdura una inmunidad ancestral que resguarda de algunas disposiciones… Si lo tomáis mientras camináis... O si preparáis una granizada con ella y la tomáis rápidamente, antes que devenga a líquido. O camináis durante tres quilómetros hasta el recinto habilitado la ciudad.
Lentamente, embriagados por la paulatina pérdida de sangre, desfallecieron y murieron. Pero mientras salía de la escena el troll en un ademán de supervivencia, antes de expirar, se abalanzó sobre él y le arrancó el brazo de un mordisco. Por esa herida salió una especie de humor brillante multicolor que provocaba la desintegración de su cuerpo.
Apareció en un lugar oscuro, lleno de líquido oleaginoso donde permaneció hasta que alguien lo liberó. Y al salir se vio envuelto en un negror que manchaba todo aquello que se le oportunaza. Dio media vuelta y observó un escrito salido de la impresora que leyó: «Habitan cosas en nuestro interior…». Al llegar al fin, se dio cuenta que allí se narraba lo vivido durante su última salida al exterior. Y en ese momento comprendió que su naturaleza no era sino la de un personaje de ensueño que revivía cada vez que alguien integraba en su mente un concepto (ya fuera mediante las letras de una marca, un dibujo en un cartoncillo o el sonido de una palabra inglesa mientras se deambula) y se percató de que una imagen suya surgió sin avisar, sin brazo.
Entonces entré a esa habitación para recoger el escrito que iba a enviar a una revista. Todo estaba pringado con tinta de impresora. Aunque lo que más me impresionó es que sobre el teclado había dos gomas del pelo color esmeralda, una de ellas empapada en vómito, la otra impoluta.
Perdónenme, si se sienten identificados, pues éste es el motivo por el que confundo a mis lectores con mis personajes.

jueves, abril 12, 2007

Meditaciones en soledad sobre IMAGINA

¿Qué es la imaginación sino soñar despierto? ¿Qué es soñar si no es todo posible? ¿Qué pasaría si nadie soñara? ¿Cómo podríamos vivir sin sueños?
Este mundo es duro y sólo podemos limar asperezas con la mente. Los sentidos nos son crueles, nos traicionan si no están en óptimas condiciones. Sin embargo, la mente nunca nos hace mal.
Ayer soñé con un lago, un lago en el que todos eran felices, pero ese lago sólo está en mi memoria, pues en la realidad nadie es feliz.

El agua de la felicidad se deseca cada día a más velocidad y cada vez está más llena, llena de herrumbre, llena de prejuicios, llena de maleza, llena de todo lo que es impertérrito.
Alguien me enseñó que la vida no es presente, sino un pasado continuo y un futuro incierto; alguien me dijo una vez que la vida es para vivirla y no podemos detenerla en inmundicias porque sólo así fijaremos un mundo lleno de miserias. La gente cambia tanto como el mundo, el universo cambia, pero hay cambios malos que pueden ser fatales. Supernova incandescente que nos ilumina.
El tiempo que me han concedido se acaba dentro de poco. Mañana será otro día, uno de los últimos de mi carrera; espero seguir lúcido como estoy ahora, quiero decir que si no estuviera "loco" no podría decir eso, pues sólo los locos
pueden ser lúcidos.
Continúo esta página de sinceridades porque llevo un estado de conciencia alterado, que es lo que verdaderamente inhibe esta cosa que me cohíbe para los restos.
En los tiempos en que vas semiciego son en los que tu superyo está cohibido y lo que tú eres en verdad sale a relucir.
Y es triste porque si la viera ahora le diría "Te quiero X" ahora es el momento de acabar con una (o dos) locura que me inhibe enormemente.
Sé que lo que estoy escribiendo ahora alimentará todos mis pensamientos, no en inglés precisamente como la hoja que hacía unos meses acabé de arrancar en Italia.
Si de verdad Dios existe creo que debe concederme un deseo, no como el de una lámpara mágica, sino el de un dios. Si es verdad que existes ½oh, Dios todopoderoso en el cielo y en la Tierra!, deja que sea X con la que "siente lacabeza" como otras veces he dicho.
Sé que mi estado es para vomitar y eso me honra entre todas las personas.
Mentiras niegan los que piensan que no somos . . . . . . , pues se equivocan enormemente.
Sé que las mayores mentiras se convierten en verdades con el paso del tiempo, que lo que fue será.
Escribo rápido y sin "conocimiento" para tener un fin como los demás. Eso como verdad es una gran mentira, como se me ocurrió hacía unos minutos.
Por qué creerlo es lo difícil que es dejar de ansiarse de la realidad para observar lo que verdaderamente es. Quizás no entiendas mis letras y eso es ley de vida. Que soñar es recordad lo que hay, aunque una chica que se llama X y que te quiere tanto como tú la quieres. Y si hay algo que te ha enseñado la vida es que uno sólo se arrepiente de las cosas que no hace.
Perdona la mente si es culpable, pero estoy extasiado. ¿No es increíble pensar que lo bueno será malo?
Hasta luego amigo mío.
Ruano.

No tengo nada por lo que escribir, así que escribo por nada, o mi subconsciente sabrá.
El tiempo transcurre irremisiblemente.
Somos química, al igual que química es la de las estrellas.

jueves, enero 04, 2007

Consejo para leer "Razon para mentir"

Para leer los post de la serie "Razón para mentir" os recomiendo una música que podéis escuchar en esta dirección:

http://newface2244685528.faces.com/TuneFeeds/740803/

Como veréis hay varias canciones. Están en orden inverso (como las entradas), es decir, que la primera canción corresponde con la última entrada, etcétera.

Espero que os guste.

miércoles, enero 03, 2007

Razón para mentir VII - ¿Por qué mentir?

Era una casa en ruinas. Allí llevaban reuniéndose cada noche Andrés y Blanca desde aquella tarde.
Ella, siempre acompañada por Tulpas, le traía una infusión caliente hecha de las hierbas más relajantes de los alrededores y él se sentía congratulado por su sabor y el estado de conciencia que le confería.
Pues bien, fueron tantas las veces que allí se vieron y tan bueno el trato que llegaron a tener que sus conversaciones se extendieron más allá de lo puramente objetivo.
Así, a la semana y pico del relato anterior tuvieron lugar unos hechos tremebundos. Perdonen, porque las limitaciones de mi pluma y mi palabra no reflejan lo que allí ocurrió en verdad:
A: Deja ese brebaje a un lado. Hoy no tomaré nada. Ha llegado el tiempo de sincerarse y salir a volar.
B: ¿A qué te refieres?
A: ¿Qué es real? ¿Qué es verdad? ¿Qué es un sueño?
B: Eh...
A: ¿Qué? ¿Y la mentira? De qué manera distinguirlos si, en cuanto los pensamos, requieren de un mismo esfuerzo integral, su naturaleza es la misma.
B: Supongo que será gracias al contexto.
A: Sí, pero ¿qué hacer si tu ámbito te miente?
B: ¿Y cómo estás tan seguro?
A: Luego te lo diré. Te plantearé un ejercicio mental: qué pensarías si fueras la persona más ingenua que conoces y un día alguien te aconseja mentir para salvar una situación complicada.
B: Mentiría, soy ingenua.
A: Y si, unos embustes más tarde, caes en la cuenta de que todas y cada una de las mentiras tornan a ser verdad. ¿Acaso no tendría problemas de concepción y todo el Universo se haría un ovillo que te aplasta las sienes?
B: No crees que eso es un poco... drástico
A: Drastico sería no darse cuenta y tú ahora tienes problemas de percepción.
B: Tranquilízate. ¿Por qué no te acercas más a mí? Y te quitas esa máscara. Ayer lo hiciste, ¿recuerdas?
A: Pero hoy voy a acabar con esta farsa.
B: Venga.
A: ¡He dicho «no»!
B: ¡No me toques!
A: Mientes, no puedes querer a alguien que no conoces. Porque yo ni siquiera estoy aquí y tú solo eres una creación de mi mente enferma.
B: No intentes saltar al Olimpo.
A: Te lo demostraré. Basilia me dijo que tú recogías las plantas para tus cocimientos. Cómo, me pregunto, una inválida mete en el campo su silla de ruedas.
B: Las recogían para mí.
A: La mentira solo atrae a mentiras, no quieras recuperar lo que se ha caído al abismo. Cómo tú, que te manejas tan mal con la silla, conseguiste subir la pendiente sin ayuda.
B: Me ayudó Tulpas.
A: Pero si no pasaron diez minutos y le dijiste que volviera en una hora.
B: En realidad bajé.
A: Imposible, no te vió Antonio, el adorable anciano.
B: ¡Tulpas! ¡Ven!
A: No intentes llamarlo. Tulpas es lo mismo que Antonio en cuanto yo puedo pensarlos. No va a acudir si yo no lo imagino.
B: Estás loco.
A: Levántate, no estás discapacitada, subiste la cuesta con la silla debajo del brazo.
B: Estás delirando.
A: Yo soy el escritor de esta historia, tú eres uno de mis personajes y no quieres aceptarlo.
B: Chicos, ya podéis ir por él.
A: Sé que mientes, cuando tengas el suficiente valor, para demostrártelo, estos orangutanes me soltarán.

Y lo cierto es que después de esto nada recuerdo, despertó en una habitación blanca, en el suelo había una mujer. Intentó ayudarla pero estaba atado de pies y manos. El olor a hospital era nauseabundo para un olfato delicado. La mujer era Blanca, esta vez sentada en una silla de ruedas. No obstante, su cara estaba más arrugada y envejecida mientras el día se colaba por las rendijas de la persiana.
Pero en un instante, desapareció para convertirse en su sombra y las ventanas se hicierona pared y el día, un tubo fluorescente y él mismo, tornó a ser vetusto y cansado. Y en ese momento cayó en cuenta de que se encontraba en una casa para enfermos mentales y la cazadora que utilizó para marcharse a la aldea, devino en una camisa de fuerza.
Despierta ahora, no para soñar, sino para ser persona, pues es de humanos mentir porque la mentira es parte de la vida. No es moral, pero tampoco es perjudicial. Todo depende de sus consecuencias y la interpretación de nuestro monóculo. Aunque esto podría ocasionarnos dolor de cabeza, ya lo creo.
—Antonio. Ya está la cena.
—Un momento, estoy terminando la historia.
—¿Qué haces?
—Escribiendo.
—Vamos, que te espera un tomate rosado con sal.
—Estoy acabando.
—¿Y yo salgo en la historia?
—Sí, como siempre, Basilia.
—¿Y de qué hago?
—De lo que somos: unos ancianos encantadores.

 

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