domingo, noviembre 16, 2008

Imbalance: El primer disco de Wings of Icaro

Jose, mi amigo y mentor en Linux y la filosofía libre, hace unas semanas sacó por fin su disco de música electrónica Imbalance con el nombre artístico de Wings of Icaro. Lo publicó en Last.fm y en Jamendo. Para descargarlo pinchad en la carátula.

Tal vez no sea todo lo imparcial que merecería una crítica (aunque el arte para mí está impregnado de tanta subjetividad que esta posición se hace casi necesaria), pero después de escucharlo 4 o 5 veces y asimilarlo de cabo a rabo creo que es lo suficientemente bueno como para hacerlo. Es un disco muy ambiental, muy bueno para escucharlo en el mp3 durante una de esas tardes en las que te pateas la ciudad sin ir a ningún sitio en concreto. Muy currado, cada sonido ha sido calculado al milímetro durante horas y eso, no sé en qué, se nota en el resultado. Sentimental, con continuas referencias a la felicidad, la tristeza, la melancolía, la física más teórica... Comprometido con el medioambiente como se muestra en la canción Life Together. Por esto y todo lo demás, lo recomiendo a todo esta pandilla que me sigue al otro lado.

Mis más encarecidas felicidades por el disco. Gracias por hacernos un poquito más libres.

lunes, julio 14, 2008

Intelecto

Las aldabas temblaron de pánico tras la estela que dejaba mi prisa al abandonar la casa. Zigzagueaba frente a contenedores en calles estrechas, extenuaba a perros con mala uva, simulaba no tener interés a los repartidores de publicidad, entornaba la mirada cuando las pelusillas que escupían los árboles se acercaban, trotaba sobre los coches aparcados en pasos de cebra, invadía fuentes para limpiar mis zapatillas llenas de barro, compraba hielos para rebajar la inflación de mis tobillos recién torcidos, saltaba sobre mantas atiborradas de discos en la acera, hacia brincar las alcantarillas, tropezaba con un hombre de traje azul, era agarrado por hombres de traje azul, era detenido por hombres de traje azul.
---¿Qué haces corriendo?
---Llego tarde.
---¿Te importaría acompañarnos?
---Sí.
---¿Sabes que en tanto en la zona urbana como periurbana quedó prohibido correr en zonas no habilitadas para ello?
---No.
---Entonces, imagino, que tampoco sabrás que «el desconocimiento de la ley no exime de su cumplimiento».
---¿Qué quiere decir con ese lenguaje tan arcaico? ¿Cuántas personas de las que hay aquí pueden entenderlo?
---Múlteme de una vez. Tengo prisa.
---De eso nada.
---¿Qué?
Me llevaron hasta el interior del supermercado Ahorro más cercano. «Solo personal autorizado». El pasillo oscuro conducía hasta una habitación en la que aguardaba un hombre con camisa a cuadros. Nos dejaron solos. Desenvolvió una piruleta y la chupó.
---Verás. Sé que lo que tengo que decirte no es moral. ni tan siquiera estoy de acuerdo, pero la ley...
---No entiendo nada.
---Las empresas como la nuestra perdían mucho dinero a causa de los pequeños hurtos que quedaban prácticamente impunes. Para suplirlo, teníamos que aumentar los precios de nuestro productos, lo cual les hacía perder poder adquisitivo a nuestros clientes. Para solucionarlo se decidió que todo aquel que estuviera corriendo cerca de algún gran centro de consumo o simplemente era sospechoso de haberlo hecho, fuera llevado solo a los supermercados Ahorro y se le extrajera todo el dinero y los objetos que llevase encima.
---No soy de aquí, pero me da la impresión de que acorta la libertad. ¿Es lícito robar a los que corren? ¿Esto soluciona el problema?
---Ah. Sí. Eso. Hace unos años se comenzaron a hacer leyes que solo unas ínfimas minorías comprendían... hasta hoy. Aquí la ética solo sirve para hacer poesía. El pueblo no legisla. Las leyes nos están superando. Y todo porque nadie quiso aplicar la ley. Porque no supieron buscar alternativas a su propia ineptitud. Lo ofensivo pasó a ser absurdo y lo absurdo pasó a ser ridículo y lo ridículo pasó a ser nuestra sentencia de muerte.
---Se me ocurren cientos de maneras menos nocivas para resolver el problema.
---Ante la diversidad de caracteres, lo que había que hacer era mantener la concordia, nada de enfadar al personal.
---Si hay alternativas, ¿por qué esta?
---Eso me explico yo. ¿Por qué solo a esta cadena de supermercados? ¿Por qué a la gente que menos tiene? ¿Será porque no necesitan comer? Quizá sea porque es lo que da dinero más fácil, lo que requiere menos imaginación. ¿Por qué el gobierno concede privilegios a unos pocos? Me dan ganas de enloquecer.
---Bueno, tome. Nueve botones, cuatro clics y dos hilillos ¡Ah! Y un montón de arena que tengo dentro de las zapatillas.
---Es lo que me obliga a vivir. No me gusta...
Salí de la habitación, tras la oscuridad, mis pupulas se contrajeron. Al recuperar la mirada, desperté, miré la bandeja de entrada y vi un correo de los señores de la SGAE. Si no gestionan literatura, ¿cómo diantres se imprimen estas letras sin arrastrarse ante la estupidez humana? No quisieron responder.

martes, abril 01, 2008

Hola mundo

Estimado compañero.

Quizá te estés enterando ahora que, en un descuido, conseguí crearme una cuenta de Blogger para poder expresar lo que me apetezca sobre ti o sobre el resto del mundo de la misma manera que lo haces tú.
Y en mi primer post te quería decir que esto que aquí cuentas son solo patochadas que no interesan a nada ni a nadie. Yo soy un cerebro y como tal, te tengo que advertir que relatos de cuatro o cinco folios no los lee seso que se precie, que tus cuentos están llenos de interjecciones y desvaríos que quieres que quieres disfrazar de densa literatura y no son otra cosa que pastillas como puños que ninguna persona humana puede tragar.
Relee cualquier fragmento y verás que la pestaña de descargas que estás preparando no la utilizará nadie. Todo es burdísimo retruécano, repetición, argumento circular que solo conduce a la idiotez del que los escribe. Que la poesía es solo para los que le no quieren sobrevivir.
Esmérate un poco y permíteme que decida yo por un momento. Abandona este barco antes de que te ahoges en la brea que vomitas por las sienes. Di "nunca" cuanto te refieras a la escribanía. Que no es mala la gangrena que solo en un dedo queda, que es más rápido amputar una falange que no cortarla en la base del cuello.
Huye sin rechistar, ahora que aún es pronto.

lunes, febrero 18, 2008

Algoritmos

[Publicado en la revista literaria "La Ballesta de Papel" en su número 3]


Y después de todo, parece no haber ocurrido nada. ¿Será?

Ya me arrastro entre lodos de ceniza, entre inertes muros de hojalata y umbrales que tras atravesarlos comprendo que ya es hora de vivir. Cavilo mientras mantengo candente la llama del conocimiento para comprender que estos sucesos que silban aún en mis oídos no son más que fruto de la impertinencia de la sinrazón.

—Gracias por abrirme la puerta.
—El placer es mío. Adelante. Siéntese --me dijo un señor de faz blanca como la cal mientras me mostraba un salón.
—Muy amable.
—¿Gusta del té y de dulces manjares?
—Por supuesto.
Al rato, la tetera avisó con un chirrido de que era el momento para vaciarle la panza ardiente. Colocó tres tazas en una bandeja de propaganda de refrescos --junto al paquete de azúcar apunto de terminarse y dos grandes barquillos de merengue-- para llevarlas al salón.
—¿Los aseos?
—Por ahí.
—No traje para ti porque no debes tomarlos. El azúcar ya no es bueno para ti. No me chilles. Debes aceptar tus defectos para ser más virtuosa. Él me obligó, ¿lo entiendes? Me agarró por el nudo de la corbata y me obligó. Acercó una voz que se deslizaba ronca por mis oídos. Está chiflado, míralo. Su camisa parece un mantel, sobre todo por la mancha rojiza que hay en su pecho. Me obligó a ser amable. Esto es de locos, ¿lo entiendes? No, no quiero... ¿lo entiendes? Dentro de poco vendrán —discutió mientras me ausentaba—. Sí es un timo, esto de la política es un timo. Deberían guiarse por el sentido común y no ahogarse en espesa dialéctica.
—Se acabó el papel higiénico, que tenido que limpiarme con una toalla.
—Esta es su casa, no importa, no importa. ¿Qué te dije? —cuchicheó acercándose a su esposa—. Parece cansado, ¿prefiere mejor una tilita?
—No es necesario. Me conformo con tirar esta taza al suelo.
—Iré a por la fregona —dijo pausadamente, y a la vuelva me miró con cara curiosa mientras secaba—. No intento ser impertinente, pero su camisa esta manchada... Le vendría bien un paseo por la lavadora. ¿Le gustaría que se la dejara limpia? Le prestaré una.
—Sabe, mi padre ha muerto.
—Lo siento. Le acompaño en el sentimiento —cambió su semblante.
—¿Cuánto?
—Mucho, supongo.
—¿Cómo? No conoce a mi padre, ni siquiera a mí.
—Bueno, tal vez no lo sienta tanto.
—¿Qué? Estoy destrozado. ¿Entiende? No sabe lo que significa esto para mí. Le he amenazado para que me invitase a esta merienda. Qué se comportara con naturalidad ¿Qué le pasa? Es así con todos lo que intentan abusar de cualquiera. Espabile.
—Era solo una forma d...
—No ha merecido la pena. Creía que irme al cosmos del vecino iba a servir de ayuda. Para respirar ante tantas leyes no escritas. No señora, me marcho. He dicho que me suelte. Señora, no me tire. No me muerda en la mano.
—No tenía opción, el cuchillo estaba afilado. Haz lo que te dice.
—Son los protocolos los que no me dejan vivir. No estoy gratamente sorprendido. Deseaba que no me trataseis tan cortésmente. Estoy intentado que me expulsen. Soy una visita molesta y no se les ocurre más que tratarme de buena manera. ¿Deben comportarse como está estipulado? No, esto no se hace así. Trátenme malamente —amenacé empuñando el cuchillo—. Insúltenme.
—¿Cuándo murió su padre?
—¿Qué insinúa? Esto es solo un poco de ketchup. Huela. Soy un desconocido. He venido en busca de evasión: mis problemas me asfixian. Venir aquí ha sido como una confortante copita de coñac. En esta casa no hay nada que me recuerde a lo que se me viene encima: es una nueva vida. Gracias por este segundo de placidez, me marcho. En el siguiente turno toca aguantar al psiquiatra.
—Huir no es la mejor forma de solucionar los problemas ¿Por qué?
—Porque... soy desdichado. No entiendo. No comprendo quien tiene la culpa: si yo, si los genes, si la sociedad… No quise entender que más allá de la enfermedad resiste la felicid… —dije hasta que una mano de mujer me golpeo en la oreja.
Un portazo fue la clave de mi escapada. Me fui. Pero en la puerta me estaba esperando la policía.

Y después de todo, parece no haber ocurrido nada. ¿Será?

 

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