jueves, agosto 31, 2006

Una experiencia: la Experiencia

Quizá sea atrevimiento y solaz tildar a esta entrada con el tema principal de la banda sonora de la película Requiem for a dream, pero como esto es un experimento, si fallo estrepitosamente tendré margen para mejorar, así que, si alguien me está escuchando, le aconsejaría que si dispone de este tema que lo reproduzca mientras lee lo que sigue abajo y que después cierre los ojos y reflexione. Si no disponéis de él en este momento, siempre podéis pensar que suena y acompasar las palabras junto con la armonía. Si no la tenéis en mente, pensad simplemente en una música que rinde tributo a los sueños como extensión de la realidad. (Me he inspirado en una versión orquestal de 6'34''. Podéis intentar recitarlo como pronto yo lo haré). Así, sin más prolegómenos comienzo mi discurso:

http://newface2244685528.faces.com/TuneFeeds/723174/

Mira a tu alrededor. 6.28
Comprende lo que ves.
Ahí estás tú.
Y tu vida, de la mano. 6.18

Acorrala el aire temeroso.
Sigiloso corre a buscar
un destino que no es tuyo.
Y una golondrina en el mar. 6.06

Las ideas flotan
tanto en agua como en mal.
Atrévete y aventúrate
en esta historia total. 5.58

Hay caminos que no puedes evitar.
Abrazos que te da la adversidad.
Silencios en una noria
que más enferma que marea. 5.45

Aquí esta, ¿no lo ves?
Tu sueño te persigue
aunque nunca llegue
a buen puerto. 5.38

¡Vamos! Alza los brazos
en libertad
todo sueño de noche
es verdad. 5.29

Aprecia lo que tienes
entre las manos
y nunca pienses
que se esfumará. 5.22

Es espléndido conversar
con uno mismo
para entender
el color que de lo que ve.5.16

Todo es maravilla
si lo quieres presentir.
Duerme ahora y
mañana sueña. 5.09

Cómo acabará
no es asunto tuyo
el momento se escapa
si lo dejas partir. 5.02

Autorízale
a embriagar
el sabor de lo rojo,
el olor de lo dulce. 4.54

Continúa avanzando
por tu vida y
demuéstrate
lo que vales 4.48

Al otro lado,
lo que quieras estará
solo tienes que
convencerte. 4.42

Cierra los ojos.
Adéntrate.
Sé fuerte.
Este rumbo es. 4.36

En popa se empiezas
a atisbar
un círculo
sin color. 4.30

Ya es más grande.
Crece sin parar.
Te acercas o
se acerca. 4.24

Ya está cerca.
Un paso hacia
delante dar,
a un mundo nuevo viajar. 4.18

Llegó la hora.
Ya estás allí
Todo es tremendo.
Se acelera. 4.12

No puedes parar
lo que se te avecina.
Ni demostrarte
qué eres. 4.06

Este es tu sueño.
Sin saber por qué
le rindes un
tributo gigante. 4.00

Y disfrutas
sabiendo
que el frenesí
se desata por tus calles. 3.54

Has vivido mucho.
Comprendo que
manifiestes
un estado eufórico. 3.48

La obstinación
te ha traído hasta aquí.
Es tu premio.
¡Síííí! 3.42

El rededor
es idea
convertida en
sueño veraz. 3.36

Un paso tras
otro para disfrutar.
Una alegoría sin fin
y sin ti. 3.30

No es bien,
es portentoso,
todo lo que deseas
en la mano lo ves. 3.24

Todo lo que te quiere:
Un hombre o una mujer,
el agua o el viento,
justo o ilegal. 3.18

Comparte el momento
contigo
porque es tuyo,
es tu sino. 3.12

Lo que siempre amaste
está contigo
y nunca se irá
Es el momento. 3.06

Al frente.
No mires lo que fuiste.
Eres el rey
de tu vida. 3.00

Recuerda el pasado
solo para hacer
una ofrenda
a tu sueño. 2.54

¡Atención!
Solo en un segundo
vas a descansar.
Ya está. 2.48

Estás flotando.
Nadie te incordia.
Todo es maravilloso
en este lugar. 2.42

Arriba el cielo.
Abajo el mar.
En ti la estrella
que brilla más. 2.36

Corres y no te
aceleras:
así es como eres tú.
Detente. 2.30

Escucha los coros
que te acompañan.
Anuncian la aurora
de tu bienestar. 2.24

Has llegado al culmen
de la fantasía
hecha verdad.
Anímate. 2.18

¿Por qué estás triste?
¿Es la emoción?
¿Eres feliz?
¿Algo va mal? 2.12

Perdona.
La cima se
va elevando contigo,
con tu persona. 2.06

Cada vez
te abalanzas más.
Las alturas te
acompañan. 2.00

Pareces un dios
con totalidad.
Eres mago para
los demás. 1.54

Sigue regocijándote
en tu inmensidad.
Nadie ha visto
donde tú vas a llegar. 1.48

Seguiste un sueño
y ahora
estás guardando
su memoria. 1.42

Es su agradecimiento.
Un tributo al azar.
Cuando te da.
tú lo agradeces. 1.36

No eras nada y fíjate,
has devenido en una máquina
magnánima,
crecida más y más. 1.30

Sube. La cima te acompaña.
Tu ego aumenta
y se alimenta de ti
para avanzar. 1.24

Paso implacable
al son de una tambor.
Se desarrolla
dentro, en tu interior. 1.18

Corres y ya no sabes
qué te impulsa a hacerlo
y tu mente
se ha vuelto a enamorar. 1.12

Pero en un amor que
no es recíproco
el amante siempre
acaba mal. 1.06

Sientes algo que
te duele.
Una costilla
no está donde debiera. 1.00

Y poco a poco
el dolor deja atrás
lo que eras antes
y serás. 0.54

Todo se ha desvanecido
mientras la noche caía.
Una pena.
Ha cambiado el juego. 0.48

Te levantas
y compruebas que
permaneces
tirado y desamparado. 0.42

Ya no eras lo que eres
Eres un soplo de aire.
Un hálito por destapar.
Un globo estrellado. 0.36

Miras a una luz
y ya no te importa.
Eras enorme y
el batacazo es mortal. 0.30

Ya solo piensas en llegar
a un destino final.
Eres consciente de que
el hielo es resbaladizo. 0.24

Mas ya resbalado
no puedes frenar
la inercia que tienes
te ha estocado. 0.18

Cierra los ojos, tu vida
se acaba.
Y mientras piensas
tu memoria te delata. 0.12

Quisiste ser estrella.
Lo fuiste: era una quimera.
Nunca ames a un sueño.
Nunca te ames a ti. 0.00

(Gracias por interpretar vuestro destino)

martes, agosto 29, 2006

Realidad y demostración

Desde pequeño he temido a los fanatismos de corazón y los fanatismos de masas; aquellas actitudes que provocan a personas sentir adicción a las hormonas con que su cuerpo se prepara para situaciones de riesgo como podría ser la famosa adrenalina.
No soy practicante de ninguno de estos fanatismos, porque el saber que las más trepidantes sensaciones son vestigios de antiguos mecanismos de defensa, me produce una grima incontrolable. Por eso, llegado el momento busco el placer con éxito en las relaciones y en el saber. Cuando te introduces en este horizonte de sucesos, vas cayendo en espiral, acelerándote poco a poco hasta (espero no ver nada en ese momento) que las radiaciones te consumen y ya no eres nadie. Y éste es el riesgo que hace emocionante al conocimiento como algo superior a un individuo, pues pertenece a la realidad humana; por este motivo no me agradan los usos poco consecuentes de la episteme.
Pero no he venido aquí para opinar sobre lo que opino, solo digo que deberíamos con mayor frecuencia ver nuestro perfil en un espejo y lanzar una pregunta: "¿Cómo soy?"; y abramos bien el oído y notemos qué quiere el cerebro decirnos.
Hace poco tiempo, mientras desempolvaba el primer cuento que escribí apareció una frase que escribí para que me sirviera de premisa durante la confección del mismo. En la cartulina que abrazaba los corridos manuscritos había escrito:

"Una de las escasas formas de
darnos cuenta de cómo somos
es tomar parte en los extremos"

Y desde entonces he intentado simular las más esperpénticas situaciones en mi mente, para cumplir esta premisa de escritor.
Podrán criticarme de excéntrico, pero nunca de inconsecuente, porque mis sensaciones están a caballo entre lo subjetivo y lo objetivo: todo es cuestionado metódicamente y para contarlo, utilizo la gaya ciencia, es decir, la poesía (según nietzsche), todo lo que implique un arte escrito con musicalidad y ritmo; la metáfora (y la alegoría) es la técnica de expresión que nunca envejece, permanece impasible al paso del tiempo.
Y esto es lo magnífico de todo esto, pues ahora que llevo media hora abriendo mi mente estoy sintiendo que esto no era lo que yo quería escribir y que la vida me ha vuelto a gastar otra broma, mas cuanto antes me ría, antes me levantaré.

Como iba diciendo, los hechos a los que yo me aferro son conscientemente criticados en mi lóbulo frontal y solo dejo un lugar a lo abstracto para contarlo.
Por esta razón me gustan las intenciones de una serie que actualmente se emite en Canal 2 Andalucía y cuyo título es S.O.S. Estudiantes. Para quien no haya oído hablar de ello, que sepa que es una de las pocas series que, además de haces una representación de la sociedad (esto lo hacen todas: es una moda transitoria), hace una reflexión sobre el hombre como ser social: sus penas, sus fantasías, sus hábitos, sus formas, sus relaciones, su yo, etcétera; pero siempre de forma exagerado, grotesca en ocasiones.
Quizá sea por esta razón por la que se haya esfumado la audiencia poco a poco conforme el enfoque de la serie ha ido tornando del primer al segundo estado, pero, aunque yo nunca voy a pretender que veáis la serie, sí que me gustaría hacer alusión a uno de los mejores diálogos de la misma.
La suerte es para quien la busca, por eso me ha sorprendido encontrar unos videos en una de esas páginas donde uno puede difundirlos por la red. Si queréis una muestra de lo que os digo (aunque para mis divagaciones serían interesantes otros pasajes) podéis pinchad aquí y continuad leyendo luego.

Por las razones antes dadas, me todo la libertad de hacer un arreglo de un pasaje de la serie, en que se nos presenta a un vendedor de enciclopedias (V) llamando a la casa del inquilino loco con la camiseta ensangrentada (I) que aparece en los videos. El resto sigue así más o menos.

I: ¿Qué..., qué quiere?
V: (Se asusta al verlo) Hola, soy vendedor de enciclopedias. (Sonríe forzadamente)
I: Oh, nunca ha venido un vendedor a esta casa.
V: Pues mira, hoy ha coincidido que usted y yo estemos aquí.
I: (Calla)
V: ¿Está el dueño de la casa?
I: solo está mi madre, pero el dueño es mi padre, que está... muerto.
V: Vaya, hombre, pues lo siento.
I: (Acerca su cara a la del vendedor) ¿Cuánto?
V: (Asustado) Pu... pues lo normal en estos casos.
I: (Enrabietado) No es suficiente.
V: (Hace ademán de llorar)
I: (Grita) ¡Más!
V: (Finge que llora)
I: Está bien.
V: (Se siente aliviado)
I: Y... y para qué había venido usted.
V: Vendo enciclopedias. ¿No necesitará una?
I: No.
V: Bueno pues entonces... (Hace intento de escaparse, pero el inquilino loco lo coge de la chaqueta cuando se da la vuelta)
I: Eh. ¿Quién le ha dicho que se puede ir?
V: No pero si yo no me iba.
I: Pues entonces... ¡salta!
V: ¿Qué?
I: (Enfadado) Que he dicho que... ¡salte!
V: (Se pone a saltar)
I: (Se ríe inquietamente) ¡Salta! ¡Salta!
V: (Para de saltar asustado)
I: Bien. ¿Por qué saltas?
V: (Entre el espanto y la incertidumbre) ¿Qué?
I: (Enfadado) Que por qué saltas.
V: Porque tú me lo has dicho.
I: (Acerca su cara y enseña los dientes) Y si yo te digo que te claves un cuchillo, ¿tú te clavas un cuchillo?
V: No
I: (A punto de estallar) Y entonces, ¿por qué saltas?

Y aquí acaba el pasaje, nadie sabe lo que pasó después por la cabeza del vendedor porque los testimonios de la serie nunca vuelven a hablar de él.
Espero que ahora hagan reflexión sobre esto, y a ver si entre todos logramos que la razón esté más presente en nuestras vidas.
Hasta la próxima.

miércoles, agosto 23, 2006

Un tema infinito

Todavía existe mucha gente a la que no puedo comprender.
Más que a la gente (es cruel calificar a las personas por ciertas acciones o pensamientos sobre determinados temas) a ciertas actitudes ante ciertos temas.
¿Por qué ante todo lo que las leyes nos prohíben queremos presentamos una actitud de sufrir ofensas por doquier?
¿Será porque nos obligan a cumplir leyes que desconocemos (un estudiante de algo poco parecido al derecho no paraba de decir que el desconocimiento de las leyes no exime de su cumplimiento) o que si intentamos entenderlas desistimos de la labor porque si lenguaje es tan pedante, obsoleto e ininteligible que es necesario ser docto en la materia?
¿Por qué la gente de a pie, la que va a cometer errores debe de ser más que inteligente para vivir en la ley?
¿Por qué las leyes no nos amparan, mejor que eso, nos castigan?
¿Es que todos merecemos ser castigados?
¿Por qué a este estudiante le examinan sobre complicados hechos a los que debe sacar solución de algún libro de más de mil páginas?
¿Acaso para vivir necesitamos libros que deben definir nuestras conductas?
A partir de ahora les animo, se unan a una religión o secta o hermandad que acabo de fundar.
Nuestro libro sagrado estará formado por libros llenos de leyes, normas, etc... Aprenderemos a leerlo, aprenderemos a venerarlo, aprenderemos a cumplirlo a rajatabla.
Y cuando a cada uno de nosotros nos llegue el día final, y no podamos reunirnos a rezar, llegaremos a la conclusión que hemos desperdiciado nuestras vidas y a partir de ese momento lo que nos tocará será vivir la vida auténtica como nos plazca.
Es un canto a la muerte como forma de renacer.
¿A quién se apunta?
¿Por qué parezco un estúpido?
¿Acaso este no es el camino por el que debemos plantearnos las cosas?
¿Por qué si queremos sobrevivir (al menos dignamente y sin que nos pisoteen el trasero o se aprovechen de vacíos legales) debemos tener dos profesiones?
¿Por qué me siento agobiado mientras pienso todo esto?
¿Acaso vivir no debería ser un hecho?
¿Por qué las ciencias humanas son tan frías con el hombre, será porque somos sus conejillos de indias?

Ahí me voy, a otro lado, con mis dudas metódicas, a vagar por el oxidado inframundo, que es lo mejor.
Quizá porque sabes qué puedes hacer.

martes, agosto 22, 2006

Incongruencias

Todavía existe mucha gente a la que no puedo comprender.
Más que a la gente (es cruel calificar a las personas por ciertas acciones o pensamientos sobre determinados temas) a ciertas actitudes ante ciertos temas.
Alguien dice que la gente que coordina estos temas de medio ambiente hace mal en proteger al lince ibérico sin conservar su hábitat y que protege sobremanera a los pajarillos (aves passeriformes en su mayoría. No penséis que hay una e caprichosa por aquí) que el atrapa con sus trampillas.
Solución que propone: que se extinga el lince ibérico.
¡Oh, sí! No sé que premio Nóbel otorgarle. ¿Alguien sabe para qué sirve un biólogo?
Pero, podría "entender su recelo" por todo el romanticismo que se está dando a nivel mediático en el país (o lo que sea, ¿qué más da?).
¿Este es el precio que pagamos a la sociedad de la información: desinformación?
¿Qué nos mueve a hablar sobre lo que alguien desde arriba quiere que hablemos?
¿Por qué los beneficiados en la sociedad de la información no son los informados?Una vez más los que nos quedamos atrás.

viernes, agosto 18, 2006

Entre el alba y el amanecer

El sueño forma parte de nuestra vida, incluso me atrevería a decir más que la propia vigilia, siempre hay sueños que se convierten en obsesiones (sueño en sentido amplio).
Quien no haya soñado, que coma el primer mendrugo, el resto que se emocione.
Pero en nuestra cabeza el bien y el mal están como disueltos y es este el hecho de que sintamos más buenas que malas emociones y viceversa tanto durmiendo como durante el resto del día.
Y si hay emociones de diversa índole, lo mismo ocurre con los sueños.
Siempre intento ser buen anfitrión, es decir, intento tratar lo mejor posible a los que se hospedan entre mis palabras, mas sería una quimera el no hablar con la vida como momento (en sentido físico).
Por estos motivos quiero acondicionarme para haceros ver que no existen sueños agradables ni sueños abrumadores, solo existen sueños; y si hay algo agradable o abrumador en todo esto, es sin duda nuestra relación con ellos.
Hasta la fecha no he hablado con nadie sobre sueños que no haya tenido alguna vez alguna pesadilla.
Y si lo estáis buscando, marchaos a otra estación para bailar con algún otro que pase por allí, porque quien os habla ha disfrutado con pocos recuerdos de sueños, pues (ya por azar, ya por finalidad) mis recuerdos tornan siempre a desagradables (aunque esta situación fomenta que mi imaginación se desplace por lo quebradizo).
Como cualquiera de vosotros, yo he tenido algún sueño que se alargaba por el día y algún día que se alargaba por el sueño.
Desde hace mucho tiempo un sueño lleva atormentándome, elevándose por la vigilia y taponando el sol del mediodía.
Sueño y cuando sueño pienso y cuando pienso soy y cuando soy estoy sobre un fondo oscuro; como un tornillo sinfín me enrosco en la trama aunque mi alma consciente conoce cómo va acabar.
Me dejo llevar, ingenuo, por los sucesos, como niño que siempre fui y me encuentro atrapado sin saberlo en lo más maravilloso de mí: en la máquina donde lo real se hace abstracto y lo abstracto, real para alimentar a la evolución de grano con las manos sucias.
Cerré los ojos y lo próximo que recuerdo es estar en una cómoda nada oscura donde lo único soy yo y lo que en mí acaece.
Y ocurrió de mi lado izquierdo, a la altura de las costillas, se ma apareció un pequeño bulto que con el tiempo creció y se transformó en una especie de gusanillo enroscado, unido lado con lado a mí. Era yo, pero cuando quise acordar se separó de mí y fue otro, pero vitalmente idéntico a mí.
Era un niño, el niño que había sido se manifestó, salió de mí para mí.
Todo lo que sentí fue espantoso mientras "me expulsé", pero si el sueño en vigilia, la vigilia es sueño e influye a la hora de ser. Y no me extrañaría que un biólogo en ciernes piense por el día en vida y, como los animales son lo más semejante a nosotros, en qué "piensan" los animales cuando se reproducen asexualmente.
Tal y como un pólipo, cuando se clona por gemulación me sentí.


En días no pude dormir y en las calles me encontraba ausente y sin destino fijo, errando a la luz. No sabía qué quería decir eso, porque a todo en la vida hay que buscarle su significado y si no lo haces, te desvanecerás como una mota de polvo que llega a un horizonte de sucesos.
El shock que siempre al principio nos supone duros perjuicios se me fue haciendo débil, aunque mi duda permaneció allí. No obstante, el choque volvió a atacarme de nuevo por las noches hasta en dos ocasiones más, pero ni aún así lograba desencriptar por qué ese temor seguía en mí.
No pienso en milagros, pienso en casualidades y coincidencias que se hacen dignas de mención y subjetivación, pues al final di con la respuesta a mi malestar interno.
No fue horrible porque reproducirse por gemulación sea una actividad terrible, sino porque es una actividad incongruente para un vertebrado y mi terror no manaba del miedo a lo incoherente, sino el miedo a Darwin y a contradecir sus teorías.
Esta era la señal, inequívoca y severa señal y desde entonces intenté encontrar una respuesta a todo lo que me atormentaba desde su propia naturaleza y encontré que, salvo los miedos enfermizos, todo temor a corto plazo se disuelve si lo analizamos, si evaluamos consecuencias.
La pesadilla (mal llamada): no me ha abordado de momento y, sinceramente, no creo que se atreva, pues mi mente ya no tiene que manifestar inquietud ante ese respecto.
En fin, esta experiencia me ayudó a apreciar los sueños como espejos donde se reflejan los problemas que son ajenos a nuestros ojos; y lo que es más importante, me hizo aprehender cuán maravilloso y esencial es el sentido evolucionista que dejó Darwin como legado; esencia de la biología.
Podría seguir con el tema (pero para eso ya esta uno de mis otros blogs), pero como soy consciente que más de uno se está empezando a aburrir con esta imprevista disertación me iré a echar una cabezadita para ver si lo que acabo de escribir es una falacia o una realidad.
Y antes, dejo una palabra escrita antes de dormir:
Namárië

Destellos del ocaso al alba

Dicen que cuando el sol se esconde no devería de volverse oscuro. Pero ocurre y a veces es fascinante dejarse de contradicciones y vicisitudes esperando a que algo maravilloso ocurra. Ser espectador partícipe es lo más hemoso que existe.
Ayer soñé con la vida. Ayer soñé con pájaros que surcan cada día cientos de quilómetros de cielo para alimentar a sus crías.
Hay algunos Phoenicopterus ruber que crían sus polluelos en la laguna de Fuente Piedra, se van a Doñana a comer por el día y regresan por la noche.
Dicen que es espectacular cruzarse en este último trayecto con ellos si la mentirosa luna está un poco oscura.


Ayer soñé y me pareció que aún quedaban unos rayos del sol que anocheció hacía largo tiempo que se hacían extraviado y buscaban un lugar donde refugiarse del hermetismo.
Sus colores rojos, rosas, fucsias se deslizaban titilando por entre las nubes de espumas hilvanadas por el viento.
Quedé tan atónito que ya no tengo más poesía para cantar, pues lo excelso no necesita descripción, es una entidad por sí solo.
Desperté y cuando miré por la ventana, habían conseguido llegar con el sol.
Mas, aún así, me sentí agradecido por la vista de sus juegos que me regalaron.
Desde entonces, cada vez que miro el sol más grande del día me pregunto cuál de esos rayitos serán aquellos flamencos que me tuvieron en vigilia durante el sueño.

jueves, agosto 10, 2006

Cerrado por reforma

Cuando descubrí el mundo de los blogs por casualidad me pareció una buena idea para discurrir, para reflexionar, pero un camino tan largo solo se hace pesado y arduo. Y como no he conseguido poco que llevarme a la boca para tomar aliento y continuar, he decidido volver con las discusiones a los bares.
Pero como sé que son muchos los prudentes lectores que han pasado y se sentirán apenados mientras leen esto, volveré pronto con otra excursión, pero esta vez, enfocaré todo lo que escriba para divertir y aprender, no intentaré faltar a quien no lo merezca como al final casi ocurre.
Y para mis incondicionles, simpre podéis visitar mi resto de blogs sobre:


No obstante, dedicado a la gente que mencioné más arriba dejo una historia y (si pudiera ser) una canción.

Hasta más ver.

Réquiem para un hombre del campo

Desopucado lector: sin más dilación pasaré oportunamente a contar un fragmento de la historia de un hombre que, ficiera cualquiera de las cosas que ficiera, siempre concurría algo que le importunaba. Nunca estuvo sobrado de fechos que le agradaran, pero sus grandes ganas de vivir eran suficientes razones para sonreír bajo la inoportunidad. Siempre fue así, hasta los últimos días en que andaba más jorobado que de costumbre, gimiendo a cada paso y sin conocer a nadie, ¿será porque dejó el cortijo y se mudó al pueblo con su familia? Yo juraría que sí: perdió sus hábitos, perdió su vida.
Vida de aventura sin duda la de este hombre, pero entre el compendio de sucesos que le acaecieron en su momento y que contaba a mi padre en las tardes del estío en que iba a realizar transacciones a mi pueblo desde su cortijo (a más de 15 km de distancia y ascendiendo escarpadas pendientes polvorientas o enfangadas) siempre hubo una de aquéstas que me impresionó; no se me ocurre si ora por lo que en ella hay de fantasía, ora por lo que de verdad esconde.
El caso es que este suceso sobrevivió al expolio que realiza de forma autómata mi memoria cada cierto tiempo y por esto es digno de contarla. No hace mucho que Morfeo le atrapó para siempre en sus brazos y cuando esto acaeció, me encontraba lo bastante lejos del pueblo como para que fuera la excusa ideal para eludir estos trámites; pero si no hubiera sido de otra forma, no me hubiera molestado en absoluto.
Estas son las razones, y aquí abajo la historia; mi réquiem por él, para que sea recordado:

La presente historia trata de la aventura de un joven, procedente de una familia que estaba dedicada al cultivo y labranza del campo, y cría de ganado caprino. El cual durante la guerra entre paisanos, sin llegar a la mayoría de edad, tuvo que enrolarse en la zaga de uno de los bandos (¿cuál?, eso que importa). Ahí arriesgó su vida en más de una ocasión y más de otra fue apresado por los contrarios; pero siempre salió ileso ayudado por su fuerza vital y su inteligencia (por qué no decirlo): historias de las que recuerdo nubladas narraciones y por ser bastante desagradables éstas me veo forzado a no mentarlas, al menos, en esta ocasión.
Sucedió que una de las veces en que fue preso, logró escaparse de su encierro gracias a una redada que organizaron todos los compañeros para salirse del camión que los llevaba al lugar de fusilamiento, y llegada la hora una marabunta de personas se abalanzó y los candados cedieron, fecho que entre los enemigos incitó a que apuntaran contra ellos. Muchos cayeron nada más salir, unos murieron nada más salir, otros fueron feridos y murieron en cuestión de días, otros vivieron feridos o no; y Dios y la suerte quisieron que nuestro homenajeado corriera tanto que no fuera alcanzado ni tan siquiera por un perdigón.
Todo aquel que pudo corrió y se dispersó hasta perderse por entre los árboles de un no muy denso bosque por el que en ese momento la comitiva pasaba, y entre encinas todos se guarecieron y se alejaron del lugar. Y, como ya la guerra estaba al borde de su expiración muchos de éstos no lograron volver a sus bandos; no obstante, a nuestro protagonista tampoco le importó, pues nunca se sintió complacido por participar el la lucha. Sucedióle, por aquel entonces, que anduvo solo por el bosque sin encontrar compaña alguna, sobreviviendo de las bellotas y cualquier frutilla; hasta que el azar se topó en su camino conduciéndole hasta un cortijo de aspecto distinto al usual.
Cuando decidió acercarse a la era que se encontraba como antesala al edificio ya era de noche y se percibían las luces de una velas dentro, así que llamó a la puerta y en la ventanita enrejada de la misma aparecieron los ojos de una mujer joven como él y de tez "del color de la tierra" (dijo) tapada por una tela (a pesar que era primavera) que impedía verla, aún sí intuir que era fermosa como "el campo o la libertad". Sus rasgos moros eran prueba inequívoca, pero su lenguaje ininteligible para él lo confirmó más que sobrado. Estas palabras que la muchacha pronuncio no tenían más intención que la de avisar a alguien del interior. Acto seguido ojos de un hombre algo envejecido se posaron por entre la ventanilla y le observaron; pareciéronle hablar entre dientes, desatrancar unos pestillos y abrir la puerta. Apareciendo, inmediatamente, un hombre bastante obtuso ataviado con trajes propios de "moros", como había oído escuchar alguna vez a su padre o al ídem del ídem.
Entró haciendo gesto de agradecimiento y dentro (no sin antes quitarse las botas embarradas por cruzar un río de cauce mediano antes de llegar a la era), tras cruzar un recibidor y un estrecho pasillo, se halló a la mujer bella y a otra que se encontraba a su lado, la cual tenía una edad algo mayor. Ambas se encontraban sentadas en una mesa pequeña “paticoja” –dijo– y comiendo las más extraordinarias comidas; las cuales, aunque oían un poco extraño, sí que desprendían un olor muy elaborado y rico. A la luz de las velas también se vislumbraban objetos decorativos que emulaban a infinidad de formas geométricas. Mientras el hombre hablaba de una manera que le parecía rápida, inentendible, pero melodiosa, se sentó en el suelo pese a que le costó más de una gota de sudor cruzar las piernas. Ya todos mirándole, ofreciéronle comida y éste accedió. Después le dieron unas mantas para que no se fuera a dormir sobre el suelo desnudo, aunque no le gustó la idea y expresó su deseo de dormir en el montón de paja que vio en la entrada y que servía para alimento del ganado.
El hombre no accedió a que fuera así (entre otras cosas porque la paja estaba mojada por las últimas lluvias). Pero eso no pudo decírselo a nuestro amigo, por lo menos, no lo entendió a pesar de que los gestos que ambos hacían eran bastante precisos. Así que esa noche no pudo dormir, más que por el suelo (pues, al fin y al cabo estaba entarimado), por el pensamiento que le suscitaba la negación del moro, pero aún así (y es lo más importante) se sentía más seguro que los días que se encontraba en el frente: eso fue un alivio.
Otro día, ya por la mañana, el moro le despertó, le dio fruta de comer y ya fuera de la casa le señaló la senda que debía de coger para ir a trabajar. Él no protestó porque pensó que esta parte del trato ya se la habría comentado en algún momento, pero no tuvo lugar el acto de la comprensión. Subió por donde le indicó y a los dos minutos llegó a un huerto tan llano como la palma de la mano, tan grande como un pueblo, y tan frondoso y espeso que parecía el vergel desaparecido de la Granada en la época de la reconquista. Todo este espacio venía regado por un río mediano que formaba en la roca un pequeño cañón; era primavera y el agua estaba a punto de salir de su cauce. Ahí se encontraban trabajando desde hacía rato las dos mujeres que estaban en la casa cuando llegó. De inmediato se dispuso a imitar la faena que ellas estaban realizando sin mediar palabra alguna, pues ninguno estaba por la labor de llevar la iniciativa.
El tiempo pasó y pasó de forma idéntica desde el primer momento: las dos mujeres y nuestro amigo trabajaban sin conversar entre ellos una pizca ni contar un chiste aunque no se entendieran mientras que el moro estaba en el cortijo y de vez en cuando subía al huerto para comprobar si su cuadrilla era eficiente en el trabajo y cuando veía que una de las dos mujeres no realizaba bien su trabajo les castigaba por la fuerza y ellas sólo callaban; a nuestro aventurero solo le gritaba, pero como no le entendía ni tenía planes de aquello, no le importaba, era feliz en el campo.
Así transcurrió el tiempo hasta que un día de verano nuestro homenajeado se quedó solo en el huerto con la mujer joven, de la cual solo había visto sus ojos, lo que hizo que le sorprendiera el gesto que tuvo ella cuando desveló su rostro por completo: era fermosa y esbelta, como se la imaginaba. A pesar de todo, lo que más le impresionó fue lo que ocurrió seguidamente: le digo en un claro español "ven conmigo" y lo llevó hasta la sombra de una higuera. Fue ahí donde le digo lo mucho de amor que corría por sus adentros inspirado por él. Y éste, contrario siempre al mestizaje, se negó en rotundo, En ese momento la mora salió de la higuera con las lágrimas en los ojos y continuó trabajando. Pero desde ese momento todo el juego cambió de rumbo: acosado por la hija (supuestamente) debido al amor (que quizá fue incitado por la falta del mismo, ¿quién sabe?) y por el moro obeso (al que temía que le cogiera, sobre todo la hoja del sable que llevaba consigo a cualquier lugar); ya solo le quedaba como recurso escapar de allí a la más mínima oportunidad que se le antojase como buena.
Y así sucedió que un día de principios de otoño, un momento que se quedó solo con una de las bestias que servían para el laboreo decidió usarla para escapar subida en sus lomos; pero sus esfuerzos fueron vanos no porque era una bestia lenta, sino porque el único camino fácil y seguro pasaba ni más ni menos que por enfrente de la casa y, aunque fuera muy deprisa, coincidió que el moro, que estaba en la era hablando con otro de su mismo origen, lo vio acercarse, se escondió en la esquina de la casa, y asestándole tal sablazo al animal en el pescuezo que paró en seco su carrera y dio de bruces con toda la esperanza; terminándolo por rajar toda la panza de la bestia, saliéndosele todas las tripas y las vísceras por el suelo; mientras que el moro le señalaba con el sable y le indicó el camino de la huerta.
A los dos meses, tuvo una nueva oportunidad que se la brindó la naturaleza; y es que aquella mañana de frío intenso se levantó una niebla espesa que impedía la visibilidad a la distancia, gracias a la cual, podría escapar sin ser visto. Pero a esta vez tampoco fue posible, porque la mora vieja fue a la casa a avisar al moro de lo que ocurría, pero no lo logró, pues él, precavido, se plantó al ver el panorama en el camino de salida, lo que ahuyentó a nuestro sufridor en lo que se convirtió en su nuevo intento frustrado.
Los días pasaban y la desesperación ya se acumulaba desde casi un año. Y ya pensaba que esa iba a ser su tumba aún en su juventud: deseaba esquivar a toda costa el trabajo al que el moro le tenía sometido, que con el tiempo se fue haciendo más y más pesado, más forzado; por otro lado, la mora joven no dejaba de acosarlo gestualmente y con el tiempo cada encuentro con ella se hacía más y más insoportable; y para el acabose de su paciencia, llegaron noticias (a través de la mora joven) de que la guerra había acabado hacía tiempo, y concluyo en que sus allegados no pensarían otra cosa que no fuera en su muerte a manos de las milicias (ya que fueron las que le cautivaron); ya se imaginaba a su madre y hermanas vestidas de negro riguroso en señal de luto: había que hacer algo.
Nunca fue nuestro amigo muy religioso, por cierto, pero al final del invierno, tuvo lugar un milagro para la gente inexperta en la vida como él. Sucedió, pues, que en esta mañana la niebla que había era tan y tan espesa que era necesario el uso de un machete o algo cortante para abrirse paso. No era una niebla normal por aquella zona y por aquel tiempo, pero esto no se le pasó en aquel momento por la cabeza. En su idea estaba solamente el salir de allí entonces. Ya no volvería a tener en tiempo una oportunidad tan perfecta como esa; era el momento y él lo sabía. Así que hizo lo que pensó que debía haber hecho en la primera ocasión: tomar el río mediano abajo desde el huerto hasta el final de la finca. Subió al huerto y se dirigió corriendo hacia el río mediano, el cual estaba al final de aquél con la seguridad de que era casi imposible que le descubrieran. Llegó al susodicho lugar y se dio cuenta de que el muro que había colindando con el río era demasiado alto. Su sueño se esfumaba. Pero entre la niebla apareció una persona con el rostro tapado: era la mora joven, la cual le digo que ella le hacía la zanca para que se saltara, pues era tal el amor que tenía hacia él que no le gustaría verle sufrir ni verle en peligro por el moro por más tiempo. Y así le acaeció que ayudado por la mora joven consiguió salvar el muro hasta el río. Pero la ayuda estimable no fue solo esa, sino que le dio su turbante para evitar que, si era visto por alguien, antes de ser reconocido, debería pasar algún tiempo. No cabía en sí de alegría, por eso le lanzó un beso desde lo alto y ella sonrió.
Nunca la volvió a ver, y aunque hubiera ocurrido, seguro que estaría tras un turbante y tras una historia que impediría reconocerla. El caso es que gracias a ella logró escapar por el río entre la espesura de la niebla casi buceando y nadie con la suficiente vista hubo que lo reconociera entre lo blanco. Así escapó de ese lugar. Y al ver lo que había fuera de aquella cárcel, se encontró la miseria. No sabía qué era peor: si la esclavitud del rico, si la esclavitud del hambre.
Pero como siempre fue un pajarillo que amaba volar a sus anchas y amaba el trabajo para sobrevivir, no se le hizo pesado. No obstante tenía que comer lo que fuere, y para ello se las ingenió para que le contrataran en una taberna del pueblo al que llegó a los pocos días. Y así, cuando reunió los reales suficientes como para pagar a alguien que fuera para el lugar donde moró desde que comenzó la guerra, en algún camión antiguo, en algún carro de bestias (no lo especificó); no dudó en despedirse y marchar se de allí.
De aquesta forma consiguió llegar hasta su cortijo, donde su gente (como presupuso con anterioridad) estaba rezando aún por su alma perdida, que aunque –en verdad– no fue en guerra, sí en dignidad. Y aquí se instaló de buena gana y recobró su vida antes de la guerra, aunque con menos solvencia que por entonces. Pero en aquel entonces –dijo– se sentía afortunado, pues un pedacillo de tierra donde cultivar unos tristes granos de trigo era considerado un tesoro porque al menos se tenía algo en qué comer.
Y a todo esto, en un cortijo no muy lejano de allí, con el tiempo, desposó a una buena moza, con la cual tuvo una hija, que crió con el sudor de su frente, “regando –como decía– los tomates con el polvo del verano”.
Otras historias habría que contar que le acaecieron, pero creo merecerán más atención, por este motivo no descarto seguir hablando sobre éste y otros personajes reales como la vida misma.
De momento me conformo con que esta historia y este hombre tan fabulosos no se encuentren perdidos por ningún cerebro, sino que siempre permanezcan en la memoria de la Humanidad.
Este es mi homenaje a un hombre que siempre se mereció algo más, pero que siempre se le fue rechazado.

Hasta pronto.

Despierto

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miércoles, agosto 09, 2006

Pequeño compendio de frases

No estoy de acuerdo con lo que usted dice, pero lucharé hasta la muerte para que tenga el derecho de decirlo. Lavoiser

Equivocados están los que piensan que Dios (como concepto) debe saber por qué tuve durante unos instantes branquias y notocorda. Paquillo Dubois

Hay dos cosas infinitas: el Universo y la estupidez humana. Y del Universo no estoy seguro. Einstein

 

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