miércoles, noviembre 01, 2006

Alucinaciones de madrugada

Llegó la hora de sincerarse, de coger unas alas y ponerse a volar, de postrarse ante las damas; porque, aunque ya no es tiempo de oradores, seguirá siendo tiempo de amor hasta que el hombre fenezca.
Ahora bien, aunque ya queden pocas damas (y menos aún que me quieran y puedan escuchar). Desde mi primer y único amor de un verano desaparecido nadie me ha contestado. Y cuando uno llega para pedir la mano se ha esfumado y entre las tinieblas de la gran ciudad blando una espada para cortar cabezas que insinúan cópula placentera a cambio de morbo.
Despierto aquí y soy feliz entre canciones de poesía, mas el viento que me ciega era una brisa mentirosa. Creo que he perdido el respeto a la sociedad como medio entre el que nadar.
Creí que había amigos entre tanta verdad para comprender que no soy insignificante y solo recuerdo la promesa que dediqué en un día espléndido a una vieja compañera.
Esto se acabó. Necesito otras soluciones para resolver mi vida. En ocasiones creo que debí de nacer unas décadas antes, pero en tal caso no sería el alma atormentada en la que he estado obligado a convertirme, en lo que siempre he odiado y cuando más necesito una ayuda no hay nadie que me devuelva favores que de pequeño creí que eran el banco de la amistad. He perdido coordenadas para adaptarme al amor.
Hoy soy hoja prisionera del aire otoñal, mariposa enjaulada. Busco porque el frío impulso de la naturaleza me necesita. Quizá Dawkins dijera la verdad hablando de genes egoístas que nos utilizan para su uso y disfrute. No soy poeta, soy un trobador despistado que intenten hiperbolizar mi locura para que trascienda en los demás.
No, no me hables. Es bastante probable que entre las esquinas esquive mis penas, que no soy bueno para ti y tus consejos, pues nadie quiere a un enfermo de compañero.
En ocasiones pienso que debí recoger las migajas que un día me ofrecieron y yo rechacé porque mi ingenuidad esperaba algo más perfecto.
Y si ahora estoy llorando es gracias a la vida, para que si me escuchas me recuerdes, pues el norte se quedó detrás mía y las mujeres que amo siempre me rechazan porque no estoy de moda.
Esta es la sombra que despliega mi horizonte de sucesos que comparto con mi soledad. Ayer conté estrellas y ahí apareciste tú.

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