miércoles, diciembre 06, 2006

Razón para mentir III – Regazo para una idea

Entre coscojas y olivares, entre sierras inexploradas, viajo por tierra a un lugar para quedarme.
Razones: pocas, pero aún así, muy potentes. Me marcho porque estoy apunto de rebuznar a la par de mis vecinos.
Me podrás llamar desquiciado, aunque para mí una locura sería continuar viviendo tal y como me encuentro ahora.
Me marcho, y, a pesar de todo, habrá personas cuyas actitudes me harán sentir nostalgia al principio; pero de las que, pasado un tiempo, ya no quedará nada por entre mis recuerdos.
Comprendo el sistema, precisamente por eso no me veo capaz de soportar esta humillación en mis carnes.
Ayer me vi en el espejo, flacucho y apenado, para evaluar mi estado; creo que estoy preparado para la marcha que siempre debí de haber hecho.
Como no tenía maleta, una bolsa de plástico podría hacer las veces de ella; no obstante, no quiero más artificio que aquel con existencia ilimitada en relación con mi vida, aquello que no se deshilache entre las manos. Con este motivo, lié en una cazadora de cuero todo aquello que debería acompañarme a mi destino, cerré la cremallera y con las mangas hice un nudo.
Todavía de noche, puse pies en polvorosa para arreciar mi marcha y para que nadie supiera de mi paradero y de mis pensamientos, porque, son tan incompresibles para los demás, que seguro intentarían convencerme de la forma más vana que supieran o hechizarme con alguna sutil tergiversación cómica.
Y, ahora, te digo a ti. Tú que has encontrado en el pie de esta encina, enrollado entre dos cartuchos de escopetas espirados, este fragmento de mi vida en un papiro de letras temblorosas, que no pretendas compartirla con nadie, pues yo nunca compartí nada con gusto.
Y si tienes unos minutos, por favor, sé mi confidente, porque nunca pude hablar con nadie y la amistad no nace de la tierra: hay que tener alma. (Perdona mi mala expresión.)
Odio la mentira, pero también odio que la mentira se ría de mí y me mienta.
Odio a la gente que me ayudó a mentir. Mi problema podría estar en todos o en mí, por eso me alejo de los demás, sin avisar, porque hoy las razones no convencen a las masas. Es más fácil que el inepto se marche. Me molestan las rogativas, la caridad; ayúdame, no tengas compasión por mí.
Yerro con paso lastimero porque estoy débil. Arrastro un pie porque me lo partió una aulaga. Pero lo que más arrastro es el ánimo decaído.
En la mente solo me cabe una idea: no seas embustero porque de la mentira es irreal y de lo fantástico solo salen ideas aturdidoras. No temas en que la mentira haga daño a los demás; cuídate de que no te siegue por los tobillos y te deje noqueado para toda la vida.
Existen cosas maravillosas allá afuera que me hacen ahondar en mi ignorancia y aullar al más mísero de los anabolizados.
Esta noche no tengo frío porque, a pesar de que en mi ocaso no hay alcohol en la venas, mi sangre es puro elixir.
Entre tanto, no intentes seguir mis pasos para…

No hay comentarios:

 

Creative Commons License
Esta obra está bajo una licencia de Creative Commons
.