sábado, agosto 27, 2005

Yo, Dios, nosotros y el Universo

La soledad no es tan mala como uno puede pensar "a priori", pues te enseña a ensimismarte y a recrearte en la intimidad, por esto quiero advertiros de una cosa que desde hacía un tiempo venía cocinando y que ya está guisada. Espero que saboreéis la rica ambrosia que os tengo preparada.La vida es un misterio, ya lo sé; pero hoy me gustaría discurrir sobre un tema algo más específico y también –por qué no podría serlo– algo más controvertido (y divertido), pues quién no se ha preguntado alguna vez si existe realmente algo superior a sí mismo, algo que nos puede definir por capricho.

Efectivamente, el pensamiento de algo a lo que estamos subordinados o supeditados no puede ser propio de la vida como un conjunto global, ya que no todos los seres vivos tienen como naturaleza el pensar; más bien sólo es exclusivo de un pequeño grupito de ellos, aunque algunos lo dediquen a propósitos más intuitivos que meditativos.

Por esta misma razón debemos reducir nuestro campo de mención al ser humano –ya que de otra forma estaríamos desviándonos del tema, pues resultaría un tanto chistosa la idea de que, por ejemplo, un paramecio (dándole todo el respeto que le merecemos por ser base de la vida) adorara a su dios "hecho a su imagen y semejanza" (¿se imaginan su cara?) y se saldría del desarrollo de sus características vitales: no–; pero esto no nos da una conclusión de ninguna clase, así que partiendo de esta base se ve necesario profundizar hasta llegar al origen de la divinidad.

Y eso es, desde que un homínido bajara del árbol para devenir en hombre han transcurrido en este camino evolutivo una serie de procesos que nos han llevado a creer, a tener fe, en algo mucho mayor y magnífico para ser visto. Así, rozaría lo absurdo esperar que nuestro homínido (guardando las distancias) comenzara a tener así porque sí rituales religiosos o similares a los nuestros; sería más factible pensar en lo siguiente: en que los descendientes de nuestro homínido mientras come las verdes hojas de la rama que ha arrancado del árbol del que se bajó se da cuenta de que la rama desnuda se convierte en un palo y que utilizarlo haría más eficaces sus tareas sobre la tierra; y no sería igual de sencillo pensar que otros congéneres suyos que bajaron después del árbol por mera curiosidad y que al ver el nuevo invento de su "líder" comenzaran a imitarlo y entre todos ellos hubiera uno que tuviera especial habilidad para manejarlo hasta el punto de que con él pudiera cazar insectos y luego animales más complejos y grandes y que sus hijos tuvieran esta habilidad; y es difícil creer que este segundo homínido utilizara los huesos (más duros y rígidos) de los mamíferos que ha llegado a cazar para sustituir al palo primigenio o que acoplara una piedra afilada al palo para matar animales mucho más grandes; y finalmente si fuera una ventaja ser bípedo para usar estos utensilios no creéis que, con el paso de los siglos, nuestro proyecto de hombre se levantaría sobre sus extremidades posteriores.

Y ahora qué. ¿Dónde está el protagonista? Ya viene, porque el hecho de ser bípedos les hace capaces a los descendientes del primer homínido de mirar al frente sin que ello les cause dolor de espalda o cuello y gracias también a su visión estereoscópica pudieran mirar a todo lo que les rodeara de manera más amplia y tridimensional. Seguidamente, al poder ver aquello que tienen frente a ellos habría alguno que vería una montaña y que, por curiosidad, se dispusiera a subir a su cima y no lo consiguiera, llegando a la conclusión de que existe algo más que es superior a él, que ya no es el rey de todo lo que le rodea, sino que su evolución a llegado al punto de madurez necesario para abordar la necesidad de sus limitaciones.

No obstante, nuestro homínido se sorprendería aún más cuando una noche se quedara despierto y mirara hacia arriba y cayera en la cuenta de que aún hay cosas que son más altas que la montaña y que ni siquiera puede alcanzar con la mirada. ¿No creéis que en este momento (si no antes) podría llegar a pensar que existe algo mucho mayor a él? Cuando su capacidad cerebral aumentara y comprobara la complejidad de organización de todo lo que lo rodeara, ¿sería incoherente pensar que llegaría a su cada vez más grande cabeza la idea de un ser más inteligente que todo lo ordena y lo dirige? Aquí llega Dios.

Todo esto puede resultar un poco rocambolesco, aunque es una idea (o así lo opino yo) más simple y razonable que algunas que rondan por ahí.

Por ejemplo, se me viene a la memoria una conversación que tuve con una persona que decía ser atea de corma convencida e irreversible. Tras finalizar la charla no tuve mas remedio que decirle a esa persona (sintiéndolo mucho) que no era atea, pues lo que le ocurría en verdad era que no creía en el dios cristiano porque con la ciencia en la mano las enseñanzas de su infancia catequista parecían una historia que no se podía tragar ni con embudo, era casi un chiste a su inteligencia.

Esta opinión me causó mucha sensación y, aunque en aquel momento no pude llegar más allá decidí intrincarme en el tema. Hablé (y hablando se entiende la gente) con otras personas, pero hubo una que me llamó cautelosamente la atención, un testimonio que no era ni más sino contrario al primero. En esta ocasión me topé con una persona muy creyente (y, lo aseguro, bastante) en lo mismo que no creía la primera hasta el punto de ser preciso y necesario para la explicación de su situación en el mundo y del propio mundo.

Tras algunas charlas metafísicas más decidí hacer uno de los experimentos sociales que han cambiado más mi concepción, pues me reuní de nuevo por separado con la dos personas cuyos pensamientos más me interesaron y esa misma noche los enfrenté para hablar sobre el tema tratado y yo me mantuve al margen, simplemente escuché la voz de estas para sacar certeras conclusiones. Y como hormigas sin antenas se pelaron sin que ninguno saliera de sus trece y no dijera nada más que una sucesión de idioteces sin el debido permiso y consentimiento del cerebro (directamente desde la médula).Y de aquí mi resumen: a pesar de sus radicales diferencias los dos tenían algo en común, una fe basada en dogmas sobre su opinión."La virtud está en el justo medio", y para encontrar el centro de la gradación que va desde lo religioso a lo científico pensé en buscar una solución también moderada.

"La idea de Dios es complicada, creo que cado uno tiene una idea diferente y hay que respetarla"; esta fue la opinión más modera que escuche, bueno más que moderada era absurda e impersonal, muerta. ¡Tengamos algo más de carácter en lo nuestro, por favor!No era una opinión escéptica ni nihilista la que quería, pero sí creo que es interesante: Dios es una necesidad que la evolución humana ha ido creando conforme el hombre veía más complejo el mundo; Dios es nuestra aceptación de que, aunque presumamos de tener poder suficiente para modificar aquello que llegamos a alcanzar, no somos más que microbios en la Tierra y quarks de entre todo lo que nos rodea; Dios es más que un personajillo de cuentos y leyendas; Dios es una entidad capaz de gobernarlo todo. Dentro de él estamos nosotros y está formado por lo mismo que nosotros: materia y vacío; Dios es la esperanza de que algún día todos (buenos, malos e indiferentes) llegaremos a formar parte de la noche y la belleza, Dios es el seguro de que todo sigue un ciclo: porque nos lo muestra en lo pequeño y en lo grande y colosal. En definitiva, Dios es el Universo.

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